Por segunda vez en casi dos meses la defensa del sujeto de iniciales R.C.S.S. concurrió a los tribunales para solicitar su libertad. El imputado cumple con prisión preventiva desde el 4 de febrero por supuestamente casi quitarle la vida a su hijo, quien al momento de los hechos tenía tres meses de edad.
De acuerdo con los antecedentes de la formalización, el padre cargaba a su hijo y le daba golpes en la espalda para calmar sus llantos. Como estos no cesaban, habría puesto al lactante en el coche con el cinturón de seguridad abrochado. Tras mecerlo unos instantes, comenzó a agitar agresivamente el carro.
El bebé sufrió un hematoma subdural, estatus convulsivo y hemorragias retinales. Las lesiones son compatibles con el “síndrome de niño agitado”. Mientras cumple con prisión preventiva, el padre es investigado por parricidio frustrado y lesiones graves gravísimas.
La defensora Verónica Reyes solicitó que se modificase la medida cautelar por otra menos rigurosa. Argumentó que era contradictoria la imputación por parricidio frustrado porque el sujeto jamás tuvo la intención de matar a su hijo. “En el peor de los escenarios nos encontramos con un caso de lesiones graves”, manifestó.
La abogada también le esgrimió al tribunal que el menor ya había sido dado de alta y que el imputado no tenía antecedentes penales.
Sin embargo, el Ministerio Público recordó que la víctima sufrió una pérdida de visión y tuvo que ser internado nuevamente en el Hospital Clínico de Magallanes. “Son lesiones potencialmente mortales de no haber recibido asistencia médica y eficaz”, dijo el fiscal Manuel Soto.
Estos antecedentes convencieron al juez Ricardo Larenas para que decidiera mantener la prisión preventiva. “Aún existe peligro para la seguridad de la propia víctima”, dijo.
El informe del Servicio Médico Legal (SML) que debe concluir en las secuelas del menor está pendiente. Por ello hoy se solicitará la ampliación de la investigación.