“Lo que más duele es que una se siente ultrajada. Mis cosas ya no las puedo recuperar”. Así resumió Claudia Appel Santana el sentimiento tras ser víctima de un robo al interior de su domicilio. “Me dejaron solo los sillones, una mesa de centro y un mueble. El resto desapareció”, se lamentó.
Appel Santana es madre de dos jóvenes de 15 y 13 años. Hace casi cuatro años arrienda una casa cerca de la Población Aves Australes, pero por motivos laborales –se desempeña como cuidadora de un adulto mayor– pasa largos períodos de tiempo en su domicilio laboral. Su jefa le permite quedarse en el lugar hasta fines de semana completos junto a las niñas.
Mientras trabajaba, un vecino la llamó y le dijo que escuchó un ruido en su casa. Su hija llegó al lugar y descubrió que la vivienda fue desvalijada. “Habían dado vuelta todo, rompieron todo lo que pillaron, se robaron todo a destajo”, dijo Claudia desde el domicilio de su empleadora.
Los responsables se llevaron desde joyas hasta los saleros de la cocina y recuerdos familiares. También sustrajeron los computadores que las hijas de Claudia utilizan para estudiar y sus vestimentas.
Según Claudia, “esta persona se dio el lujo de estar tres días en mi casa, de ducharse, de dormir en las camas, de cocinar en mi casa”.
Los hechos se denunciaron ante la Policía de Investigaciones (PDI), pero los vecinos no habrían visto testigos. Aunque su casa se ubica en un condominio, tampoco hay cámaras de seguridad que detectasen a sospechosos.
“Soy una mujer que me he sacado la mugre, este año no ha sido muy bueno”, lamentó Claudia. “Trabajo todo el año para comprar mis cosas, salir adelante, sacar a mis hijas adelante. No es justo que venga una persona que invada tu privacidad y te deje prácticamente sin nada”, agregó.