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Columna de opinión

En rojo…

opinion
21/01/2022 a las 18:22
Pablo Oyarzo
1513

Hernán Ferreira, Abogado

Al caminar por las calles, desde hace un tiempo he podido observar la manera constante en que se infringen las normas del tránsito. Especialmente la luz roja de los semáforos no es respetada y es posible ver cómo muchos automovilistas cruzan indebidamente las calles a pesar que enfrentan el semáforo en rojo. Este fenómeno es observable a todas horas y ya no sólo en las horas en que existe poco flujo vehicular, por lo que casi a diario se producen colisiones y heridos en las vías. Igual ocurre con el signo Pare, que pareciera no tiene significancia alguna para muchos conductores. Es mi parecer que esta circunstancia denota algo más profundo en el estado de la sociedad actual, que dice relación con saltarse las normas que nos hemos dado; normas no sólo jurídicas, sino también de trato social, éticas y morales. No es mi pretensión fungir de sociólogo ni nada parecido, sino simplemente hago estas observaciones como ciudadano y como alguien que ha recorrido ya algunos años esta vida terrenal.

Cuando actores relevantes de la sociedad derechamente transgreden las normas que nos rigen, la señal que se irradia al resto de los habitantes, es nefasta. Porque si gentes que tiene poder en la sociedad no respetan las normas, especialmente jurídicas y éticas, que terminan por darles más poder, sea económico o político (o ambos juntos), por hacerles más influyentes e incluso darles poder para modelar la sociedad en el sentido que más les convenga, entonces nace un sentimiento de revancha en muchas personas. Este sentimiento de creer que si los más poderosos transgreden las normas, lleva a demasiadas personas a pensar que también están habilitados para discernir por sí y ante sí, cuáles normas serán para ellos dignas de ser acatadas.

Este fenómeno de transgresión de todo tipo de normas, se da en los más variados ámbitos de la vida nacional. En lo económico, cuando grandes empresas se coluden para fijar precios o cuotas de mercado, perjudicando directamente a los ciudadanos y haciendo más poderosos a los coludidos. Sin embargo, este hecho no sólo se da en las grandes empresas, sino incluso en pequeños empresarios que tienen cautivos a los consumidores por ofrecer de manera conjunta algún servicio público. En materia política, vemos constantemente lo que se denomina “cachetadas de payaso”, que consiste en falsos y sonoros enfrentamientos, que esconden acuerdos previos. También faltan gravemente a las normas quienes validan o explican la violencia como arma de acción política, pero nunca la condenan, a menos que se ejerza contra ellos; esto último lo vivió nuestro país en octubre de 2019 y los meses siguientes, en que los destinos del país fueron torcidos a base de violencia física y verbal extrema. Incluso el hoy el Presidente electo fue parte importante de la validación de la violencia como arma de acción política, siendo un botón de muestra el increpar a fuerzas militares por cumplir la función constitucional de orden público.

Lamentablemente nuestro país está en una espiral de transgresión a las normas que no tendrá remedio en el mediano plazo; pareciera que todo coto a la conducta es vista como sospechoso, como injusto, bastando sólo la voluntad de cada sujeto de querer algo, para que lo realice sin importar si algún tipo de norma lo impide, la que prontamente califica de injusta. Y si a esto agregamos que muchos políticos soplan las llamas de una nueva era en nuestro país, el saltarse torniquetes, semáforos, filas, turnos y normas por doquier, terminará por hacerse costumbre, con independencia de la Constitución que se tenga.

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