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Columna de opinión

Estudiantes, soldados o carne de cañón

opinion
19/06/2022 a las 19:44
Pablo Oyarzo
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Rodolfo Arecheta, Abogado

Para entender la actualidad política y cómo fue que la nueva elite gobernante llegó al poder, hay que necesariamente hacer eco de las movilizaciones estudiantiles por la educación pública. Primero la del 2006, lideradas por estudiantes secundarios o “pingüinos”, y luego la del 2011. Después de todo, el propio presidente, y algunos de sus ministros más cercanos, como Camila Vallejo y Giorgio Jackson, figuraron como líderes de estas movilizaciones. En esa línea, tal como la historia reciente de la educación pública puede enseñarnos sobre la actualidad política, quizás su presente pueda decirnos algo sobre el futuro. Y acá el panorama se vuelve sombrío, ya que parte de los estudiantes que siguen en la educación pública parecen poseídos por un deseo de protagonismo destructivo que no hace presagiar nada bueno.

Hace algunos días, el diario La Tercera publicó un artículo en el que se daba cuenta que desde el 2006, año de la “revolución pingüina”, los liceos emblemáticos han perdido cerca del 33% de su matrícula. Si bien este fenómeno parece tener varias causas, tanto Carolina Tohá como Pablo Zalaquett, ex alcaldes de Santiago y encargados de dichos liceos coinciden en que las movilizaciones estudiantiles fueron un elemento determinante para la baja en la matrícula. Después de todo, muchos padres no quieren poner a sus hijos en establecimientos donde no irán a clases, reina la violencia y existen personajes sobre ideologizados.

Hoy la situación se ha exacerbado. Existe una serie de estudiantes radicalizados que se han tomado dichos liceos. Hace poco, en el Instituto Nacional, liceo de donde han salidos varios de los presidentes de Chile, depusieron una toma por hechos de violencia que incluían el lanzamiento de molotov dentro del liceo, quema de documentos y uniformes, vandalización del hall central, salas y departamentos y una barricada en el pasillo. Algo similar sucedió en el Instituto Nacional Barros Arana, donde hace algunos días las clases fueron suspendidas debido a graves incidentes al interior del recinto. Uno de los denominadores comunes es la presencia de “overoles blancos”, la mayoría estudiantes encapuchados que según Carabineros se encuentran vinculados a grupos anarquistas.

Habría que ser muy ingenuo para creer que acá no hay adultos involucrados. De hecho, algunos de los overoles blancos recientemente detenidos por Carabineros en el contexto de manifestaciones eran adultos y algunos apoderados han denunciado que esto ocurre con complicidad de otros apoderados e incluso profesores del colegio. Y acá es donde viene el tema de la ideología. Después de todo, lavarle la cabeza a un cabro de 15 años que está en búsqueda de su identidad y sentido vital no es algo demasiado difícil.

Tampoco es muy difícil ver que detrás de esto existen grupos que se benefician de convencer a estudiantes de que son sujetos históricos, pertenecientes a las clases oprimidas, que están luchando por una causa social, cuando lo cierto es que están “luchando” por los miserables caprichos de alguien más.

Volvamos a hablar del futuro. Lo que probablemente no sabe ese cabro es que está hipotecando el suyo y cuando ya no sirva como soldado juvenil será abandonado porque en realidad nunca existió esa lucha romántica que correspondía a cambios sociales supra humanos donde no había lugar o simplemente no importaban las tragedias personales como las que pasarán a engrosar él y sus compañeros.

Lo más triste de todo es que esto ha sido tolerado por cierta clase dirigente que ha hecho de todo para llegar al poder. La izquierda ‘progre’ ha convencido a toda una generación de que la política es una lucha concluyente y definitiva donde todos tenemos un rol que jugar, transformando el escenario político en un campo de batalla inhabitable. Y acá poco importan las personas y sus tragedias. Entonces, a la cresta la inflación que se come a los pobres; a la cresta la seguridad ciudadana y la vida de los chilenos; y a la cresta los cabros sin futuro de los liceos emblemáticos. Nosotros somos los elegidos y arreglaremos el pastel una vez que lleguemos arriba.

A este respecto, columnistas como Pablo Ortuzar y Joaquín Trujillo han venido escribiendo acerca de cómo la elite que ahora dirige nuestro país ha venido reventando todos los espacios en los que han participado con tal de llegar al poder, incluidas federaciones de estudiantes y el Congreso. ¿Tiene el estado de la educación pública poder predictivo sobre el futuro del país? El tiempo dirá.

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