En lo que va de este mes, el gran protagonista ha sido el mar. Tanto en la Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric como en la Cumbre de las Américas, se destacó la importancia de resguardar los océanos. A través de una propuesta liderada por Chile, se busca crear corredores marinos protegidos desde Alaska hasta la Patagonia, resguardando las rutas de especies migratorias y la fauna marina que habita en el fondo del mar.
Uno de los objetivos de este acuerdo es trabajar conjuntamente para proteger al menos el 30% del Océano Pacífico para 2030, y hacer frente a las tres grandes crisis: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el deterioro del océano. El desafío es que efectivamente se materialice sobre el mar, y que resguarde los ecosistemas costeros tanto de Chile como del resto del Pacífico, que es donde yace la gran riqueza de biodiversidad al ser el punto de unión entre el continente y el océano.
Si bien la ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas, señala que se requiere “ampliar la red de áreas marinas protegidas para aumentar la representatividad de ecosistemas no protegidos”, los esfuerzos estarían especialmente enfocados en recuperar y resguardar aquellos de la zona norte y centro del país. Sin embargo, menos del 1% de los ecosistemas marinos costeros de la Patagonia están resguardados bajo estricta protección como zonas no take, la única categoría que realmente protege al prohibir la explotación de los recursos naturales permitiendo su recuperación. Es por esto que, por una parte, urge crear parques marinos y, por otra, avanzar en la eliminación de las concesiones acuícolas que se ubican dentro de las áreas protegidas.
Chile ha demostrado al mundo su compromiso con la conservación marina al proteger grandes extensiones del maritorio (43% de áreas marinas protegidas bajo alguna categoría de resguardo). No obstante, estos anuncios deben materializarse en esfuerzos concretos, colocando atención en aquellos ecosistemas que están siendo vulnerados y deteriorados. Además, para que estos esfuerzos sean exitosos, deben ser implementados con una estrategia de conservación que conlleve tanto una red de áreas marinas protegidas eficaz, equitativamente distribuida y ecológicamente coherente como el necesario monitoreo, control y vigilancia.