Ya estamos dando los primeros pasos en el tan esperado nuevo año y sobre el cual nos hemos forjado, como casi siempre se acostumbra, las más altas expectativas. Es la tónica que se genera cuando las manecillas del reloj marcan el comienzo de la que muchas veces se considera una nueva etapa para arrancar, casi desde cero.
Todos anhelamos de una u otra forma, que el nuevo año traiga aparejado lo mejor posible, esto es, paz, tranquilidad, estabilidad laboral y un cumulo de dicha y felicidad. ¿Quién no lo desea? La respuesta es categórica, todos.
Lamentablemente en Punta Arenas, no ha sido de lo más halagüeño. Nuestra comunidad ha sido sacudida por un lamentable accidente que se llevó una vida de la manera más trágica que se pueda imaginar. Una vida que por lo demás, pretendía recorrer la región y deleitarse de sus maravillas naturales. La víctima, con seguridad venia con un entusiasmo e interés por conocer estos parajes que en Europa y otros confines, son la atracción que mueve anualmente cientos de turistas hacia la Patagonia.
Todo un sueño y esperanza frustrados en un abrir y cerrar de ojos. Lamentablemente, una vez más, una vida que se va en las manos de un conductor acompañado por su irresponsabilidad, la misma que confirmó al abandonar a su víctima en plena calle sin prestar ayuda o socorro.
Conductor de 22 años en manifiesto estado de ebriedad y consumo de drogas.
A esta altura, parece que la pelea estuviera casi del todo perdida. Ni los permanentes mensajes oficiales o las campañas parecer estar funcionando cuando del otro lado, todavía existen quienes han perdido cualquier tipo de aprecio por la vida, propia y ajena.
En varias oportunidades Carabineros ha informado que, tristemente, una buena parte de los accidentes de tránsito que ocurren en la región está asociado al consumo de alcohol.
Algo está pasando aquí que el panorama no mejora, muy por el contrario; tragedias como la vivida durante el último día del año que se fue, se repiten y una vez más nos quedamos mirando la televisión y las páginas de los diarios como en un Déjà vu.
¿Se acuerdan de las carreras en la costanera o de los trompos en pleno centro de la ciudad a pasos de la plaza de armas? Si, los vecinos de estos sectores deben recordar muy bien. Así es como se comienza a generar un clima de impunidad, abandono y derrota que da la sensación que los malos de la película (de terror por supuesto), terminan ganando.
¿Y de aquel conductor que se paseó por una céntrica vereda con su automóvil poniendo en riesgo a los transeúntes?
Las acciones preventivas y de fiscalización, por diferentes razones, se quedaron cortas, y en este escenario, se requiere de manera urgente una revisión de las herramientas de las que disponen las autoridades policiales y políticas, con el propósito de corregir lo que sea necesario y avanzar en nuevas disposiciones que de una vez por todas apunten a poner freno (que oportuno), a este tipo de hechos.
Ya llegamos tarde, pero se necesita actuar ahora, antes que nos olvidemos de este tipo de tragedias y nos acordemos solo cuando vuelvan a suceder. No normalicemos la situación, no nos acostumbremos.
Lamentablemente, en este momento resulta difícil pensar en el comienzo de un feliz año nuevo, más bien, los deseos pasan por que sea un año con justicia para los que no pudieron abrazar a sus familiares.