El 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer, y por lo mismo, en las últimas semanas se han realizado diversas actividades en torno a la celebración.
En la Región de Magallanes hay muchos casos de violencia intrafamiliar o de género, donde la gran mayoría de las afectadas son mujeres.
Cuando interviene la Fiscalía y los Tribunales, las víctimas deberían ser parte de un programa que las apoye y las ayude a superar la traumática experiencia de ser objeto de agresiones físicas o psicológicas. Es en este contexto, para aquellas más vulneradas, que existen las casas de acogidas para mujeres.
El futuro y los datos que dan conocer
Cabe recordar que en marzo de este año, el Consejo Regional de Magallanes aprobó el financiamiento de diseño de un Centro de la Mujer y Casa de Acogida estatal, por un monto de 186 millones de pesos, todo para generar condiciones adecuadas para el trabajo de prevención, intervención y reparación.
Los registros de prensa decían que según SernamEG, a nivel regional, el año pasado los Centros de la Mujer en Punta Arenas, Porvenir y Puerto Natales, atendieron a 311 mujeres, de las cuales 179 de ellas ingresaron a un programa de acompañamiento jurídico, psicosocial y educativo. Y, 31 de ellas, fueron derivadas a la Casa de Acogida, previniendo de esta manera un posible femicidio.
Lo que habitualmente no se menciona son las condiciones en que está funcionando la Casa de Acogida.
De forma voluntaria, dos actuales usuarias, entregaron sus testimonios respecto de su experiencia en aquel lugar. Una no tuvo problemas en dar su nombre y exhibir su rostro, mientras que la segunda pidió quedar en el anonimato. Pese a ello, este medio de comunicación optó por resguardar la identidad de ambas, ya que recibió información anónima de que el servicio tomó conocimiento de las averiguaciones, con la posibilidad de trasladar a algunas usuarias, para evitar la masificación de sus testimonios.
En términos generales, ambas aseguran que existen malos tratos y precariedad en los insumos que se utilizan en la cocina o que se entregan a los niños para vestir o jugar. Afirman, que la inversión que se hace en la Casa de Acogida para otorgar una pasar digno, no se ve reflejado en el recinto. Denuncian, que en el tercer piso encontraron juguetes, ropa y otros elementos que están casi nuevos, que no estaban siendo utilizados, sino más bien se mantenían escondidos.
“Hice todos los trámites burocráticos, denuncias, mails, conversaciones con la directora, la seremi e incluso con la ministra, a quien se le entregó una carta, detallando todo lo que sucede en la Casa de Acogida, mostrando fotografías de los malos tratos, ollas rotas, quemadas. Había juguetes escondidos”.
“Quienes están en la Casa de Acogida estamos muy acongojadas, la psicóloga que está, nos dice que no está capacitada para llevar nuestros casos adelante (refiere a que es por falta de experiencia y quizás por no contar con una especialidad, ya que lleva poco en el rubro)”.
“La situación en casa está muy compleja, el ambiente es tenso porque somos mujeres en una alta complejidad de vulneración, no tenemos una red familiar, somos las mujeres más vulnerables dentro de la red de SernamEG y las más invisibilizadas. Yo siento que es un robo que ellas cobren sus cheques todos los meses sin ir a trabajar, eso es algo que se puede confirmar a través de las cámaras que hay en las casas. Ellas no llegan a trabajar, a veces llegan a las 10 de la mañana y se van a la 1 de la tarde. Hay semanas que no van. Para mí, eso aquí y en cualquier lugar es causal de despido. Sin embargo, la directora regional aboga mucho por ellas. Siempre busca la manera de protegerlas. Negaron alimento, me castigaron apagando la calefacción de mi pieza”.
“Existen educadoras y tienen turnos rotativos de cada ocho horas. En teoría, yo tengo entendido que ellas están ahí para hacer talleres, asistirnos, contenernos, pero eso no es real”.
“Hay usuarias que tienen hogar propio, pero están en la Casa de Acogida porque el agresor va a su vivienda y sabe cómo entrar o porque el agresor le destruyó la casa, le sacó los focos, necesitan arreglar su lugar para retornar con sus hijos, pero esa ayuda social no existe”.
“El régimen de la Casa de Acogida es carcelario, donde hasta hace un mes atrás, nos mantenían la cocina con llave, existían horarios de apertura. Estos eran de 7.00 a 9.00 horas, luego se abría de 11.30 a 14.00 horas, ése era el momento en que podías cocinar, ése era el horario para cocinar la cena. Si tú no estabas o te encontrabas trabajando, en la tarde no podías cocinar y te obligan a firmar una carta que ‘me niego a recibir los alimentos’, no era que se te negaran, uno no se niega, pasa que se estaba trabajando o estaban en alguna actividad. Se nos prohibía cocinar a deshora. Lo mismo con el aseo”.
“Todas las mujeres que estamos en la Casa de Acogida, lo mínimo que tenemos es un estado depresivo”.
“El equipo, la institución, sabe que trabaja con mujeres vulnerables, que nadie va a pelear por ellas, que nadie las va a escuchar, no le importamos a nadie. Y así nos hacen sentir, como si fuésemos la escoria de la sociedad”, dice la primera usuaria, madre de tres hijos, quien busca recuperarlos del padre. Igualmente, denuncia que las siguientes personas saben de la situación y no hacen nada para remediarlo, María Paz Santana (coordinadora), María Isabel Concha Ulloa (administración), Claudia Santana Cárcamo, Lorena Barrientos, Lorena Oyarzo, Jéniffer, Triana Vargas, Gisella (educadoras), María Paz Igor (psicóloga), Reinaldo Leiva Oyarzo (director ejecutivo) y Fabiola García Pinto (directora regional de SernamEG).
Puede empeorar
Si bien el testimonio es crudo, la situación, por más increíble que parezca, empeora.
“Hace más de un mes estoy recibiendo, no sé si decirle agresiones, por parte de las funcionarias de la Casa de Acogida. Me están amenazando con quitarme a mi hijo. Yo hace tres meses sufrí violencia extrema, un intento de femicidio frustrado, de parte de mi expareja, quien me propinó nueve puñaladas y golpes de puño”.
“Yo estoy con una muy fuerte depresión. Quiero recalcar que no he recibido ayuda psicológica de ningún tipo de estos programas en los que estoy. Hace poco recibí una llamada, diciéndome que me iban a trasladar, y que si no lo hacía lo iban a subir a mi causa. Recalcándome que, si yo no aceptaba lo que me estaban pidiendo, me iban a quitar a mi hijo”.
“Tengo miedo. Nosotras no hemos hecho nada malo. Solamente pedimos un trato digno para nosotras y nuestros hijos”.
“Descubrimos un tercer piso en el cual tienen juguetes, ropa y muchas cosas para los niños y para nosotras. Después de que ocurrió esto, no me han parado de amenazar con que me van a quitar a mi hijo, me han amenazado todos los días, me han llamado, me han venido a ver. Yo no soy mala madre, a mi hijo lo cuido muy bien. Necesito que esto se haga público, en caso de que llegue a pasar cualquier cosa porque me quieren sacar de la región, al lugar donde está mi agresor”.
“Estoy pidiendo ayuda, por el temor que tengo de que me quiten a mi hijo. No sé hasta dónde más puedo llegar, he recibido ayuda solamente de las usuarias. De verdad, necesitamos ayuda y apoyo. Ya no puedo más, lo único que tengo es mi hijo, pero ya no sé qué más hacer. Estoy muy asustada y preocupada”, dice la usuaria”.
Sernameg
Pingüino Multimedia en dos ocasiones dio la oportunidad al SernamEG Magallanes de entregar su versión, antes de hacer esta publicación. El primer día, dijo que debía consultar con Santiago y que acatarían lo que ellos digan. Se aplazó la masificación del hecho y se consultó nuevamente al día siguiente, la respuesta fue que no se referirían a la situación expuesta.