Para nadie es un misterio que Chile tiene una importante incidencia pública a través de los medios de comunicación, siendo la prensa escrita indudablemente parte de todo aquello. El siglo XIX del territorio nacional es muy significativo dado los cambios políticos, culturales, religiosos y sociales que enfrentó nuestro país, de ahí que hablar sobre periódicos, diarios, revistas, actas, imprenta y otros tantos elementos, suena atractivo por ese carácter divulgativo. Por consecuencia, mi columna de la semana se titula; “El Monitor Araucano: 06 de Abril de 1813, comienza a circular”.
Primero, dicho medio reemplazó a La Aurora de Chile. A su vez, fue dirigido por Camilo Henríquez, bajo el seudónimo de Canuto Handini. Como periódico oficial, publicaba los decretos y resoluciones de la Junta de Gobierno de José Miguel Carrera. Clausurado en octubre de 1814. Tal vez, una sustantiva reseña de este medio encuentra lugar mediante el archivo Memoria Chilena diciendo lo siguiente: “Sucesor de La Aurora de Chile, El Monitor Araucano fue el segundo diario publicado en territorio chileno. Su primer ejemplar vio la luz el 17 de abril de 1813 bajo la dirección de Camilo Henríquez. Publicado tres veces a la semana, después del desastre de Rancagua (octubre de 1814) fue clausurado; alcanzó a editar 183 números […] En él se insertaría el memorable texto de Henríquez “Catecismo de los patriotas” (1813). Entre otros colaboradores se contaría con Bernardo de Vera y Pintado, Manuel de Salas, Juan Egaña, Hipólito de Villegas y Antonio José de Irisarri. Además, como diario oficial, estaba encargado de publicar los decretos y resoluciones de la Junta de Gobierno”. Entonces, estamos en presencia de un diario con historia, mucha, poca, amada u odiada, pero con historia nacional, esa que pretendemos recordar en esta columna.
Segundo, si consideramos las memorias de formación de la nación (1810-1879), podemos apreciar y rememorar cómo el martes 6 de abril de 1813, se inscriben parte de las convicciones y aproximaciones de El Monitor Araucano. Tomo I, número 1 con lo siguiente: “La publicidad de las acciones sirve para estimular al bien, retraer del mal y alimentar el honor, alma de las grandes acciones. Con un día de intermedio, se imprimirá una noticia de todas las ocurrencias interesantes, y de las resoluciones del Gobierno. Igualmente, que de las entradas y gastos del Erario al fin de cada semana, para que tenga la opinión el influjo que debe, y cada uno se esfuerce a merecerla buena”. Estamos en presencia no solo de un periódico oficial, sino también con grandes colaboradores, por ejemplo, Bernardo de Vera y Pintado, Manuel de Salas, Juan Egaña, Hipólito de Villegas y Antonio José de Irisarri. Cabe señalar que su impresor a cargo fue José Camilo Gallardo, quien en ese entonces había arrendado la Imprenta del Gobierno. Por último, el medio fue clausurado después de la Batalla de Rancagua, en octubre de 1814, cuando había alcanzado a editar 183 números. Se cree que tuvo un sucesor durante el periodo de la Reconquista, lo que probablemente hizo tener una continuidad en la información, transmisión y divulgación del contenido a nivel país, un desafío para todos los medios de comunicación actual, donde la incidencia, alcance y contenido, entre paréntesis, entrelazan la posibilidad de vivir, sobrevivir o morir en el tiempo.