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Columna

La izquierda y el progresismo

opinion
17/06/2024 a las 12:16
Pablo Oyarzo
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Nelson Leiva Lerzundi, Cientista Político

Para nadie es un misterio que la mayoría de los artistas se posicionan ideológicamente con la izquierda. Es tan común que proporcionen su imagen para encabezar campañas vinculadas al sector, que inmediatamente reconocemos que recibirán cargos.

Algunos bien lo harán por afinidad, por responsabilidad social o participación cívica. Pero sobre todo asociamos sus intervenciones como modos de politizar la cultura, donde ellos son los únicos que tienen la palabra final al respecto. Es que dentro de los círculos del arte también existe una especie de dictadura y autoritarismo, en donde no se puede pensar distinto.

Cosa en común con las ideas ignominiosas de la izquierda, su comportamiento sectario y el afán de apropiarse de la cultura popular. Finalmente, ambos creen que gran parte de ese mundo milita y tiene pensamientos similares. Son los dueños de la cultura, los que imponen las reglas de esa erudición y son los que utilizan el arte como un brazo político. Cualquier otra que se desarrolle y difiera de su pensamiento, como la cultura conservadora propia de la derecha, para ellos no debería existir. Ellos son los únicos fieles representantes del mundo actual, del progresismo y del desarrollo humano. Solo ellos determinan quienes ofician el arte, a su vez que establecen que es y que no.

Así mismo, el estado socialista soviético en sus inicios utilizó en su revolución a los artistas para exaltar el trabajo, la solidaridad y la eficacia del régimen comunista. Era un arte que no cumplía con los principios capitalistas, sin decadencia y para nada burgués, útil a los propósitos de la ideología como una herramienta política.

Se mantuvieron los primeros años al lado del poder establecido, para acabar algunos perseguidos, criticados, sometidos a la dictadura, a ese socialismo real. Se hace lo que el partido decide y no hay otra expresión, por lo que muchos escaparon a otros países de Europa y del mundo.

La utilización de la cultura por parte de la izquierda en el socialismo real es un tema histórico. Ahora la mutación del manejo cultural es liderada por la nueva versión de la izquierda, la que sigue plasmando su pincelada, el progresismo joven.

Como muestra, el Frente Amplio utiliza las artes de forma más inclusiva que el partido socialista, que el PPD y otros partidos tradicionales de izquierda. Sin duda les fue muy trascendental para la elección del presidente a Gabriel Boric, donde por medio de artistas consiguieron militantes y lograron masificar sus políticas feministas y de identidad de género.

Sin embargo, siguen los pasos de la misma Unidad Popular (UP), que fue una clara demostración de ideología entregada, donde toda la cultura estaba al servicio de entes ideológicos, principalmente de izquierda y todos sus matices.

Entonces, ojo con la promoción de cultura en las obras de teatro, en la música, en la actuación. Si bien, muchos de estos virtuosos profesionalmente hacen arte para expresar sus sentimientos o pensamientos, porque les nace el deseo por hacerlo, muchos caen en el contratiempo de ser utilizados políticamente, o bien, de frente colocan su arte a los beneficios de un sector político determinado, convirtiendo así su trabajo en un arte partidario y discriminativo.

Porque el arte debería incluir a todos, sin discriminar a quienes lo realicen y sin armar un monopolio al respecto. No nos olvidemos que cuando la izquierda es gobierno estos dominan las instituciones públicas que dictan los premios culturales y los financiamientos. Así dictaminan lo que es correcto e incorrecto, monopolizando al beneficio de los suyos

Ejemplos de grandes personajes en el arte que no han sido de izquierda y que han sido discriminados por ello son varios. Entre ellos Mario Vargas Llosa le costó décadas lograr un premio nobel, pero cuando se le otorgó el 2010 las voces izquierdistas suecas reaccionaron gritando: ¡No les den el Nobel, es un derechista!

El mismo Jorge Luis Borges, al no ser Peronista y cuestionar al sector, fue castigado por tener un acercamiento a Rafael Videla, y por los elogios a Augusto Pinochet, dichos que fueron tomados en cuenta para que no le otorgaran el Nobel.

Debemos reconocer este anacronismo que tiene la sociedad chilena, uno extendido también por toda Latinoamérica, y que debe cambiar. Nadie que tenga un pensamiento de izquierda progresista o de derecha, de centro, tiene monopolio absoluto de las ideas del arte, o del pensamiento. A pesar de lo cual, parece que estos principios progresistas de izquierda se quedan solamente en eso.

 

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