Desde hace un tiempo, por medio de esta columna he alertado que la elección presidencial del año, no está garantizada para la derecha. Como tampoco lo están las de octubre próximo. Como repetía muchas veces el extinto Presidente Piñera, en materia de elecciones nadie tiene clavada la rueda de la fortuna. Por estos días la encuesta Cadem Plaza Pública encumbraba al Presidente Boric al 33% de apoyo ciudadano. Algo impensable durante el último tiempo, pero que se debe tener muy presente a la hora de las elecciones y en las propuestas de las listas opositoras. Por ejemplo, en la elección de Gobernadores gana quien logre el 40% o más de los votos. Bajo esta escenografía electoral, es razonable pensar que los candidatos oficialistas y más cercanos al gobierno, podrían ya tener alrededor de un 30% de las preferencias. Les bastarían sólo diez puntos para alcanzar las gobernaciones. Además, el oficialismo se perfila en candidaturas únicas, lo que conjura el peligro de la dispersión de votos.
Las últimas elecciones de gobernadores, cores, alcaldes y concejales se realizó con voto voluntario y en pandemia. El escenario es ahora distinto, pues existe voto obligatorio y estamos en una normalidad sanitaria. Por estos días la izquierda está promoviendo una norma por la cual no se multe a las personas por no ir a votar en sistema de voto obligatorio. Esta verdadera aberración jurídica la promueven sabiendo o previendo que el voto obligatorio les puede perjudicar. Otro factor que puede contrarrestar la base de apoyo mínima que tiene el oficialismo, es que la oposición presente candidaturas únicas, algo que ya se avizora difícil.
En materia de elección presidencial, la derecha hasta ahora corre sola. Este es un hecho de la causa. Matthei y Kast aparecen con consistencia liderando esta carrera. Se llega incluso a prever que las dos candidaturas que pasarían a una segunda vuelta, serían la de Chile Vamos y la del Partido Republicano. Pero en esta ecuación falta una candidatura de izquierda. Asoman las ministras Vallejos y Tohá, pero con poca convicción y convocatoria ciudadana. Elegir a una Ministro del Interior, encargada de la seguridad ciudadana, como candidata presidencial parece un riesgo evidente, especialmente cuando este gobierno nos tiene sumidos una crisis de seguridad enorme. Además, en general los ministros de este gobierno tienen escaso apoyo ciudadano, lo que debiera desalentar a presentarles como candidato presidencial.
Emerge entonces desde el pasado, desde los entresijos de la vieja y desaparecida Concertación, una figura consular para la izquierda chilena. Michel Bachelet va asomando y subiendo en las encuestas. Sabemos que Boric tiene una buena relación con ella y pareciera que desde el inicio la dejó fuera del saco de los treinta años. Entendía y entiende que ella tiene un capital político propio que de alguna manera, es incombustible al paso de los años. Incluso, a la mala de gestión, especialmente en su segundo gobierno. Podría ser ella la que intentara salvar los muebles de la izquierda, que prima facie se dan por perdidos en la próxima elección presidencial. Además, la ex Presidenta ya venció a Evelyn Matthei y este dato, puede tener cierta importancia para algunos electores. Otro dato: ella pertenece a la familia militar, se quiera o no admitirlo y en épocas de inseguridad, esta circunstancia le puede favorecer.
¿Qué está haciendo la derecha entonces de cara a la próxima elección de Presidente? Dar por ganada dicha elección puede hacer recordar la fábula de la liebre y la tortuga.