A esa hora de la madrugada del domingo la fiesta estaba terminando. Eran más o menos las tres de la mañana cuando un conductor sintió un golpe cerrado en su Mazda Demio y seco por el lado derecho, en la parte de atrás. Estaba en la esquina de calle Condell con Zenteno, en Punta Arenas. El que lo chocó era José Erasmo Cuyul Chávez, quien en ese momento también notó que había chocado, pero optó por seguir su camino.

El afectado lo siguió por calle Condell. No tuvo que hacer mucho: Cuyul Chávez chocó un segundo vehículo, marca Chery, modelo Tigo, de propiedad de una mujer, que estaba allí estacionado. 

Entonces su “persecutor” bajó a encarar a José Erasmo, pero no sirvió de mucho: le vio la cara, lo escuchó hablar. Estaba congestionado y decía incoherencias. Lo retuvo, sí, y llamó también a Carabineros, los que llegaron al lugar y “mediante la sindicación expresa de las víctimas respecto de la conducción del vehículo ya señalado (el de José Erasmo), y constatando los funcionarios policiales el estado de interperancia que mantenía el señor Cuyul Chávez, se le practica el examen respiratorio, que arroja 2,36 gramos de alcohol por litro de sangre y se le detiene a las 05:13 horas de la mañana”, contó el fiscal Sebastián González, del Ministerio Público.

Para tener una referencia de lo borracho que estaba: la ley señala que el estado de ebriedad parte desde los 0,8 gramos de alcohol por litro de sangre. 

La defensa de Cuyul intentó apelar a un tratamiento psiquiátrico que el sujeto estaría llevando en el Centro de Salud Familiar (Cesfam) Mateo Bencur. Toma pastillas para dormir y un ansiolítico. Para el ente persecutor, sin embargo, “no vemos cómo un ansiolítico puede incidir en la capacidad de autodeterminarse, conforme a derecho, de una persona. No hay toma de antipsicótico”.

Pero esos no fueron los únicos antecedentes: Cuyul Chávez, albañil, 44 años, además de no tener licencia de conducir, ha sido detenido por funcionarios policiales por las mismas razones cuatro veces en los últimos cuatro años (esta última fue la cuarta). Es más, de ellas, fue condenado en dos ocasiones, mientras que el juicio para la tercera estaba programado en audiencia para el próximo 31 de diciembre. 

Enfático, el fiscal González arguyó: “El delito de conducción de vehículos motorizado en estado de ebriedad es un delito de peligro. En este caso, el peligro se concreta, no solo en detrimento patrimonial de una víctima, sino de dos. Son dañadas en su patrimonio. Y el peligro para la sociedad está radicado también en la altísima concentración de alcohol en la sangre, casi el triple de lo que el legislador consigna para la conducción en estado de ebriedad: esto es 0,8 (...) El imputado ni siquiera recuerda lo que sucedió. Hay un grave atentado, un peligro a los bienes jurídicos”.

En las ocasiones anteriores tuvo como condenas las reclusiones parciales nocturnas por más de 540 días. 

“Se solicitó la prisión preventiva, entendiendo que su libertad constituye un peligro para la seguridad de la sociedad, atendido el alto gramaje de alcohol que tenía en la sangre, y la actitud contumaz de parte del imputado de desempeñarse en este tipo de conductas que están prohibidas de parte del legislador. El tribunal entendió que se trataba que la libertad del imputado constituía un peligro para la seguridad de la sociedad, decretándose su prisión preventiva”, cerró el fiscal. 

Se decretaron 75 días de investigación.