Cuando Daniel Fuentes Yáñez fue detenido, renunció a su derecho a guardar silencio. Contó sobre su historia con Marco y de su relación con los otros imputados en la causa. Así también negó varios episodios que fueron contrastados con la evidencia que existe en manos del Ministerio Público. Mientras el resto de los involucrados caía a la cárcel, él caminaba libremente entre Concepción y Chillán. Su paradero era desconocido hasta que un informático montó un plan que lo envió, sin escalas, directamente a la cárcel.
Los nombres de Jony —testigo— y Camila —la víctima— son ficticios, para resguardar su integridad.
Daniel Fuentes Yáñez, tal como ocurrió con Marco Orellana Basaes, cayó detenido de pura casualidad. Hasta el momento de su captura, las diligencias encargadas por el Ministerio Público a la Policía de Investigaciones (PDI) a partir del 19 de diciembre —cinco días después de que BBCL Investiga diera a conocer su nombre e implicancia en el caso de pedofilia de Chillán— no tuvieron ningún efecto concreto.
Fuentes conocedoras del proceso afirman que la policía había ido, al menos, a dos domicilios diferentes de Daniel de los que había registro en Ñuble: uno en Chillán Viejo y otro en San Carlos. Pero aún así, seguían sin encontrarlo. El técnico en enfermería de 61 años siguió haciendo su vida de forma relativamente normal en Concepción.
Pero Daniel lo sabía: en cualquier momento irían por él. Por eso el 27 de diciembre de 2024 intentó eliminar la evidencia de su celular. Ese, fue su destino final. Mismo desenlace que tuvo Marco, su “amigo” y líder de una de las peores redes de pedofilia que ha tenido Chile. Las similitudes entre ambos, además de ser adictos a las prácticas sexuales retorcidas, aparecen al analizar su rol en esta historia: los dos estuvieron durante años reclutando otros hombres para que violaran a una menor de edad. Daniel llegó a ser considerado como el “brazo derecho” de Marco por la propia víctima.
Su declaración —a la que accedió este medio— deja en evidencia que efectivamente Daniel estuvo involucrado, y que una vez más, la fiscalía contó con un golpe de suerte a su favor.
Intento fallido por borrar el pasado
Daniel comenzó a cavar su propia tumba el 27 de diciembre. Ese día, cerca de las 17:00 horas, llegó hasta un servicio técnico de celulares ubicado en una de las calles céntricas de Concepción.
El objetivo de Daniel no era otro que borrar por completo su pasado. Nunca lo creyó necesario hasta entonces, pero ese viernes se decidió a hacerlo de una vez por todas. Las razones parecían lógicas: su nombre figuraba en internet por estar relacionado con uno de los peores casos de pedofilia del último tiempo. Su rostro ya era reconocible. Por eso decidió intentar eliminar por completo todo el material que almacenaba en su teléfono. Desde su llegada al local se mostró insistente.
—Necesito borrar todo, pero todo —le dijo a la joven que lo atendió.
—Sí, claro. Acá formateamos teléfonos —respondió ella desde el otro lado del mesón.
—¿Pero se borra todo realmente?
Su insistencia despertó el interés de Jony, el dueño del local que estaba en su oficina a un costado del mesón. Olfato. Sospecha. Instinto. Jony no lo sabía. Quizás, dice, fueron los ocho años que fungió como militar en Colombia o su experiencia como guardia de seguridad cuando llegó a Chile, hace 16 años. De lo que está seguro es que cuando Daniel se presentó en su tienda, ocultaba algo.
—Señor, buenas tardes. Yo lo atiendo —le dijo Jony mientras caminaba hacia la vitrina.
Daniel estaba nervioso, pálido y famélico. Pidió nuevamente que todo lo que guardaba su Samsung se evaporara, que por favor no quedara ningún registro, ni siquiera en su nube. Tal como reconocieron en su momento algunas compañeras de trabajo de Daniel a BBCL Investiga, era sabido al interior del Cesfam Federico Puga —donde ejercía como técnico en enfermería— que guardaba pornografía en su teléfono.
Jony lo comprobó con sus propios ojos. Una revisión rápida al aparato le permitió encontrarse con una buena cantidad de pornografía. Hasta ahí, sólo figuraban adultos en las imágenes. Pero eso cambiaría después. Sin saberlo, él sería quien terminaría entregándolo “en bandeja” a los funcionarios de la Brigada Investigadora de Delitos Sexuales (Brisex) de la PDI de Chillán.
La captura
Con lo que vio le bastó para decidirse a armar un plan sobre la marcha. Le pidió la cédula de identidad con la excusa de preparar la orden de trabajo, fotografió el documento y regresó a su oficina. La pieza del puzle que le faltaba la obtuvo al buscar “Daniel Fuentes Yáñez” en Google y encontrar los reportajes publicados por esta Unidad de Investigación.
Llamó a Carabineros. No le contestó nadie.
El reloj estaba en su contra.
—Sabe, caballero… para poder hacer el trabajo completo necesitaremos unas tres horas y ya estamos por cerrar ¿Usted podría dejarme el teléfono o volver mañana? —le dijo Jony en ese momento.
—La verdad es que prefiero volver mañana —le respondió Daniel.
—Bueno, entonces va a ser necesario que me deje pagado los $30.000 que cuesta el servicio. Tiene que ser sólo en efectivo —le remarcó.
Eso último no era verdad. Fue lo primero que se le ocurrió para que Daniel saliera de la tienda unos minutos. Su plan funcionó: se alejó tres cuadras para buscar un cajero, tiempo suficiente para que Jony se contactara con la PDI. Cuando regresó al local le pagó y lo citó a las 11:00 horas del día siguiente. Esa misma noche del viernes la Brisex de Chillán llamaría a Jony para coordinar la captura.
La mañana del sábado Daniel llegó con jockey y una polera con rayas horizontales. Irónicamente ese era el Día de los Inocentes. Saludó a Jony y le pasó el teléfono. Los policías estaban por todas partes escondidos. Ansiosos. Jony les hizo una seña para que no actuaran todavía, antes quería sacarles todas las contraseñas de su móvil. Y lo logró, Daniel le entregó las claves de sus tres correos, incluido el institucional del Cesfam. También los accesos de sus redes sociales.
Mientras Jony manipulaba el dispositivo, Daniel estaba nervioso y se apretaba los dedos de las manos. Parecía que se los iba a romper. Cuando el técnico consiguió todo dijo sutilmente “ahora”.
Daniel ni siquiera pudo oponerse.
—Usted está detenido por los delitos de abuso sexual de mayor de 14 años y almacenamiento de pornografía infantil —le dijo la detective.
En paralelo, Jony le dio una nueva revisada al teléfono en su oficina y ya con acceso completo al contenido se encontró con lo peor: decenas de imágenes y videos de contenido sexual explícito. Esta vez, sí aparecían menores de edad.
Las contradicciones de Daniel
El 28 de diciembre Daniel abrió la boca, a horas de su detención. Dijo que conocía sus derechos, pero aún así renunciaría a ellos. Iba a declarar.
—Conocí a Marco Orellana hace como 20 o 22 años, cuando yo llegué a vivir a la Villa Madrid, acá en Chillán. Él vivía cerca. Lo que pasa es que nos encontrábamos seguido y fue como un pinchazo de gay con gay— comenzó su relato.
No recordaba quién se habló primero. Lo único de lo que tenía certeza era que desde ese momento iniciaron una amistad. Una que incluía sexo. Marco para entonces estaba casado y Daniel lo sabía, aunque no le creyó del todo porque decía que era “muy mentiroso”. Era difícil saber qué era cierto o mentira.
—Yo no tuve una relación de pareja con él, pero sí tuvimos relaciones sexuales. No recuerdo dónde, porque fue hace tanto tiempo que no recuerdo. Pero fue una vez o dos veces nada más. En esa época me decía también que tenía una polola que había sido alumna de él.
Al tiempo después se pelearon. Dijo que Marco le entregó una “basura” a su mamá. Ese enojo duró 10 años, o al menos la distancia entre ambos. Después de ese periodo, en 2018, según los cálculos de Daniel, se volvieron topar en una plaza de Chillán. Para él ese instante no necesitó explicaciones, sólo se “miraron y se reencontraron”.
—En ese momento me cuenta toda la historia y me dice que está emparejado. Le pregunté si con un hombre o una mujer. Me dice que con una mujer, que él era bien hombrecito. Que los hombres eran un pasatiempo. Pero me lo dijo en tono sarcástico.
En esa conversación que tuvieron para ponerse al día Marco le comentó que su nueva polola “estudiaba y era una alumna de él, que le hacía clases y que estaba en enseñanza media”.
—Me dijo que ella tenía 19 años, pero que estaba atrasada, que vivían con su suegra, que estaban felices y que su polola estudiaba en la noche, que la estaba esperando en ese momento.
El peor de todos
Su polola, como Marco la llamaba, no tenía 19 años, era una menor de edad que fue abusada desde los 7 años por quien le hacía clases particulares. El primer reportaje que publicó este medio detalla el modus operandis que usó para “hechizarla”. Con eso involucró a decenas de hombres para que además de él, también pudieran violarla. En total, el Ministerio Público sólo logró capturar y condenar a 14 involucrados. 5 de ellos cumplen la sentencia con cárcel, el resto en libertad.
Asimismo, se reveló que dos imputados, y la víctima, sitúan a Daniel en esta red. Pese a todo, en el expediente no existe registro alguno de pesquisas para dar con él. Eso recién se hizo después de las publicaciones de este medio y en el marco de la apertura de una nueva causa.
Uno de los imputados que lo mencionó fue Christian. Daniel confirmó que lo conocía.
—Después de conocer a Christian, por redes sociales parece, nos comunicábamos por WhatsApp. Esto fue, parece, que antes de la pandemia. Recuerdo que él fue a mi casa y fue cuando tuvimos una relación sexual con una mujer mayor de las páginas. Christian cuando fue a mi casa nunca se encontró con Marco y Camila en mi casa. Quiero dejar en claro que yo no llamé a Christian para ir a la casa de Marco, fue él quien me contó, luego de conocer a Marco en su oficina, que fuéramos a casa de Marco.
La versión de Christian, un egresado de derecho, es diferente. Dijo que Daniel lo reclutó y lo llevó a un encuentro con Camila. Él también participó de la violación.
—Cuando yo supe que Marco fue detenido, a la primera persona que llamé fue a Christian y le dije que Camila era menor de edad, que esto salió en la prensa y que en el medio tete nos habíamos metido (…) Me acusó de que yo sabía y por eso dice que yo lo invité o engañé para que estuviera con esa niña, pero no es así, yo se lo presenté a Marco porque él necesitaba un abogado, no por la niña. Yo jamás le llevé un hombre a Camila, jamás concerté citas de hombres para que tuvieran relaciones con ella —negó Daniel.
En la tercera declaración de Camila ante la PDI, detalló que Daniel “era amigo” de Marco y que él “participaba de los videos”. Más tarde, en el juicio, la víctima volvió a mencionar a Daniel. Lo calificó como un “pedófilo”, el “peor de todos” y que buscaba hombres para que estuvieran con ella.
Daniel también violó a Camila cuando era menor de edad.
—Con Camila sólo tuve una situación sexual que fue cuando estaba Christian y yo sabía que tenía 19 años. Del beso en la piscina, no recuerdo esa situación. Yo soy un hombre gay, que me gustan los hombres, no los que aparentan ser homosexuales —refutó.
De ese “beso en la piscina”, existe un video en manos de la fiscalía.
Las citas
El segundo imputado que lo nombró fue Guillermo, un kinesiólogo. Según Daniel, tuvieron un primer encuentro sexual en su parcela solo entre ellos dos. A los días llamó a Marco para comentárselo. Lo relató así:
—Le dije “conocí a un mino súper rico, que era bien ponderado, que era más fácil que la tabla del uno, que lo conocí por las páginas”. Le conté la historia y (Marco) me dice si se lo puedo presentar. Le respondí que ningún problema. Yo le di el teléfono a Marco y ahí es donde entra Camila en el tema, porque yo me junté después con el kine y me dijo que el viejo le había enviado muchas cosas de Camila desnuda. Le decía que se juntaran y le ofrecía sexo.
La declaración de Guillermo es totalmente contradictoria y acusa a Daniel de ser quien lo invitó.
—Cuando me contactó Daniel, recuerdo que me ofreció si es que quería estar con una mina mientras me miraban. Me explicó que era una pareja que él conocía. Como yo estaba en un periodo que quería experimentar, comencé a conversar con este sujeto (Daniel) y él concretó una cita con esa pareja para conocernos.
Daniel le preguntaba por mensajes a Guillermo si “seguía interesado” en tener un encuentro sexual con Camila. Incluso, una vez que ocurrió la violación en la casa de Daniel, este le siguió hablando:
—A los días que estuve con Camila me contactó nuevamente Daniel y me comentó que el video había quedado muy bueno. Ahí yo quedé en shock porque no estaba bajo mi autorización y le manifesté mi molestia. Daniel me dijo que eran cosas de Marco y que las iba a borrar (…) En esta conversación, Daniel me ofreció un nuevo encuentro en el campo, en una parcela que era de su propiedad.
La declaración de Daniel sumada a los peritajes encargados por el fiscal jefe de la Fiscalía Local de Chillán, Sergio Pérez Nova, nuevo persecutor a cargo del caso en desmedro de Richard Urra Blanco, podría arrojar nuevos resultados y nuevos implicados. Esto, pues se les realizará un análisis a las imágenes extraídas desde el computador de Marco y se revisarán los teléfonos de los hoy condenados, mismos que estuvieron guardados en un cajón por más de un año y medio sin explicación.
Este miércoles 12 de febrero se llevó a cabo la audiencia en la Corte Suprema donde se está revisando la nulidad del juicio. En la instancia llegaron a alegar los defensores de tres condenados, quienes —con distintos argumentos— están buscando que se anule el juicio de sus clientes y se haga uno nuevo.
La causa fue vista por la segunda sala del Máximo Tribunal, integrada por los ministros Manuel Valderrama y Leopoldo Llanos, además de las ministras subrogantes, Eliana Quezada y María Uberlinda, y el abogado integrante, Eduardo Gandulfo. El fallo quedó en acuerdo y la sentencia será remitida el próximo martes 4 de marzo.
Fuente: biobiochile.cl