Los datos del Censo de Población y Vivienda 2024 en Magallanes presentan una realidad compleja. Si bien hay avances en algunos indicadores, persisten problemas estructurales en materia de vivienda y servicios básicos que requieren atención urgente. 

La proporción de hogares con vivienda propia se mantiene en el 61,1%, pero con una reducción en las viviendas completamente pagadas en comparación con el 2002. Mientras tanto, la vivienda arrendada ha aumentado significativamente, lo que refleja una dependencia mayor del mercado de arriendo, muchas veces caracterizado por costos elevados y condiciones inestables para los arrendatarios.

El problema del hacinamiento sigue sin resolverse por completo. Aunque se ha reducido desde 2002, los datos muestran que en los últimos siete años prácticamente no ha habido cambios. 

En 2017, el número de viviendas con hacinamiento era de 389.341, y en 2024 se mantiene en 388.287. Más preocupante aún es el incremento en el hacinamiento crítico, que ha pasado de 42.128 viviendas en 2017 a 57.332 en 2024. Esto evidencia que, pese a las mejoras en infraestructura habitacional, aún hay miles de familias viviendo en condiciones de extrema precariedad.

Si bien el porcentaje de viviendas irrecuperables ha disminuido del 4% en 2002 al 1,1% en 2024, la distribución de esta mejora es desigual. Regiones como Arica y Parinacota y Tarapacá siguen presentando altos índices de viviendas en condiciones irrecuperables, lo que demuestra que la inversión en infraestructura y programas de vivienda no ha sido equitativa.

El acceso a servicios básicos también refleja una realidad dispar. 

El 92,3% de las viviendas tiene acceso a agua potable a través de la red pública, pero en regiones como Los Ríos, La Araucanía y Los Lagos esta cobertura baja a un preocupante 80%. En el norte del país, el uso de camiones aljibe como fuente principal de agua sigue siendo una realidad alarmante en Atacama (10,2%), Tarapacá (9,7%) y Coquimbo (5,9%). 

En cuanto al saneamiento, aunque el 97% de las viviendas cuenta con un sistema sanitario conectado a alcantarillado o fosas sépticas, este porcentaje es considerablemente menor en regiones como Los Lagos (88,2%) y La Araucanía (89,9%), lo que refleja una brecha estructural en la distribución de servicios.

El acceso a energía eléctrica muestra avances con una cobertura del 99,6%, aunque las cifras aún reflejan desigualdades: La Araucanía tiene el mayor porcentaje de viviendas sin acceso a energía eléctrica (1,4%), seguida de Arica y Parinacota con un 1%.

La conectividad digital ha tenido un crecimiento notable, pasando del 10,2% en 2002 al 93,2% en 2024. Sin embargo, en muchas zonas rurales el acceso sigue siendo intermitente y costoso, lo que limita su impacto en educación y desarrollo económico. La brecha digital sigue siendo una preocupación que impide que sectores más vulnerables aprovechen plenamente las ventajas de la conectividad.

La estabilidad habitacional sigue siendo frágil, el hacinamiento se mantiene en niveles preocupantes y el acceso a servicios básicos aún refleja desigualdades estructurales. La inversión en vivienda, saneamiento y conectividad debe ser enfocada en soluciones más equitativas y sostenibles, garantizando que todas las familias tengan acceso a condiciones dignas.