En una región donde el viento moldea el carácter y los paisajes invitan al desafío, Román Cancino Álvarez emerge como un protagonista silencioso de una historia que mezcla esfuerzo, naturaleza y un sueño que corre a ritmo propio.
Desde los cerros de la Patagonia chilena hasta los glaciares australes de Ushuaia, Román ha recorrido más de 180 kilómetros a pie, enfrentando terrenos extremos y temperaturas hostiles, con una meta clara: clasificar al Mundial del Trail, Mom and Black, una competencia que cruza fronteras entre Francia, Italia y Suiza.
Marinero de oficio en remolcadores, sin club que lo respalde y con horarios que desafían cualquier planificación deportiva, Román entrena solo, empujado únicamente por su pasión. “Somos más de 300 corredores en Magallanes. Aun así, este camino me ha tocado recorrerlo en solitario,” comenta con voz serena, pero decidida.
En su travesía, no todo ha sido aislado. Cristina Rivas, su pareja, se ha convertido en su equipo técnico, logístico y emocional. Junto a ella, y con el respaldo de entrenadores locales como Gabriel y Lidia, y el apoyo de Tecno Patagonia, Román ha conseguido destacar en competencias de alto nivel, como la “Noche más larga”, donde corrió 100 kilómetros en 14 horas, o los 89 kilómetros en montaña que lo llevaron hasta Ushuaia.
Todo lo financia él: pasajes, alojamiento, equipamiento. Cada carrera es una inversión en su sueño. Cada paso, una muestra de tenacidad. “Esto no es solo correr. Es cuerpo, mente y corazón”, afirma.