La salida de los buques “Nathaniel B. Palmer” y “Laurence M. Gould”, operados por el programa antártico de Estados Unidos, marcó el fin de casi tres décadas de presencia logística en Magallanes, con un impacto económico estimado en US$6 millones anuales. Este hecho ha dividido las posturas en la región.

Desde la Empresa Portuaria Austral (Epaustral), Marcela Mansilla aseguró que el cambio no implica el término de las operaciones científicas, sino una modificación en el modelo logístico. “El programa ya no tiene buques propios, por lo tanto, deberá arrendar naves de otros programas para mantener la continuidad de sus operaciones”, explicó, garantizando así la permanencia de la actividad científica.

Por otro lado, la presidenta de Austro Chile, Ximena Castro, advirtió que la decisión afecta directamente al turismo y la imagen internacional de Punta Arenas. “La salida de los buques estadounidenses, sumada a la disminución del $28\%$ en la promoción internacional del país, impacta directamente al turismo en la región”, sostuvo Castro.

Ambos sectores coinciden en la necesidad de impulsar acciones coordinadas para mantener a Magallanes como puerta estratégica hacia la Antártica y mitigar los efectos económicos de esta decisión.