En el último debate presidencial organizado por Anatel antes de la segunda vuelta del 14 de diciembre, Jeannette Jara (Unidad por Chile) y José Antonio Kast (Republicano) volvieron anoche a enfrentarse en un intercambio marcado por fuertes contrastes de estilo y estrategia.
Mientras Kast se mostró cómodo, seguro y centrado en reafirmar sus propuestas —especialmente en seguridad y migración—, Jara adoptó una postura más confrontacional, apuntando reiteradamente al candidato republicano en distintos bloques, desde gobernabilidad hasta derechos humanos.
La representante de Unidad por Chile insistió en una línea ofensiva similar a la que ya había desplegado en debates anteriores, buscando instalar dudas sobre el programa de Kast. Sin embargo, esta estrategia tuvo costos:
Priorizar la Crítica: En varios momentos, Jara quedó sin desarrollar sus propias propuestas, priorizando "sacar al pizarrón" a Kast más que profundizar en sus ideas de gobierno.
Traspiés: Insistió en las 40 horas, pese a que Kast aseguró que no las modificaría, y deslizó que María Corina Machado había sido parte de una "intentona golpista", afirmación que generó inmediato ruido.
Kast, por su parte, evitó entrar en provocaciones y optó por reforzar los ejes centrales de su narrativa: orden, crecimiento económico y firmeza en materia de inmigración. Mantuvo un tono de convicción y control, marcando un contraste evidente con el estilo más reactivo de su contendora.
El debate abordó nueve bloques temáticos. Si bien ambos coincidieron en la necesidad de fortalecer el combate al crimen organizado, las diferencias surgieron al momento de abordar la migración:
Hacia el final, Kast cerró apelando al “cambio con seguridad”, mientras Jara pidió unidad y habló de un país que “no debe saltarse la fila”. El debate dejó un mensaje claro: solo uno de los candidatos logró aprovechar mejor el espacio para consolidar su posición frente al electorado indeciso.