El guanaco, conocido en el mundo científico como lama guanicoe, ha llegado a ser uno de los 74 grandes herbívoros que se encuentra en riesgo de extinción en el planeta.
Tal vez en la Región de Magallanes esa afirmación podría llegar a no ser creíble, ya que la presencia de manadas de esos animales es habitual en las pampas de la Patagonia, pero fuera de esta zona, el número de guanacos se ha reducido en forma considerable.
Y se dan cifras: hasta hace un par de décadas, desde Perú al sur, hasta Tierra del Fuego, se estimaba en 50 millones la cantidad de esos camélidos, pero los censos más recientes, utilizando moderna tecnología, incluso satelital, ha determinado que su número se ha reducido a unos 2 millones de ejemplares y que pastan tanto en Perú como en Bolivia, Argentina, Paraguay y Chile.
Las causas de esta disminución van desde la caza furtiva para despejar campos para la ganadería que sea más rentable hasta el avance humano que le acorta su hábitat y también, porque al aumentar la actividad ganadera y forestal, disminuyó la cantidad de alimentos disponibles para los guanacos.
Ante ese cuadro y como una forma de conservar y utilizar en forma sustentable a estos grandes herbívoros, la US Fish and Wildlife Service determinó entregar la suma de 196 mil 188 dólares, unos 140 millones de pesos, para desarrollar un plan de protección de esos animales.
Esa tarea, tanto en Chile como en Argentina, quedó en manos de la Wildlife Conservation Society, cuya labor se conoce en la región, especialmente en Tierra del Fuego.
Guanacos en Magallanes
La Corporación Nacional Forestal (Conaf) y el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), dependientes del Ministerio de Agricultura son los responsables del manejo de la población de guanacos, estimada en unos 200 mil, el 60 por ciento del total de esos camélidos que se estima tiene el país, calculados en cerca de medio millón de ejemplares.
Aunque para los conductores de vehículos motorizados que transitan por las rutas patagónicas constituyen un peligro, porque saltan cercos, cruzan sorpresivamente los caminos e impactan o son impactados por camiones, camionetas o automóviles, dejando un trágico saldo de muertos, heridos y daños materiales, esos animales son un aporte indirecto al turismo.
Los visitantes que llegan desde el extranjero se maravillan ante la presencia de un macho y su manada de hembras y chulengos en alguna pradera, y los filman o los fotografían, tanto o más que a los guanacos solitarios, cuyas figuras se recortan sobre lomas y cerros.
Nicolás Soto, médico veterinario del SAG estimó, en su oportunidad, que el número de guanacos había aumentado de los 2,7 ejemplares por hectárea a 17,2 en los últimos cuarenta años.
En Tierra del Fuego, esa masa de camélidos le disputa pastos a las ovejas, pero, lo que es peor, devoran los brotes de los renovales de los bosques fueguinos, daño cuyo costo es incalculable y que ninguna institución, empresa o persona podrían asumir, a menos que el Estado creara un mecanismo que permitiera enfrentarlo.
Las cuotas
Los profesionales del agro chileno han buscado formas de proteger la especie y, al mismo tiempo, innovar e intentar exportar su carne a mercados gourmets y aprovechar también su lana y cuero en forma sustentable.
El plan de manejo, que data del año 2003, ha permitido la captura de 21 mil noventa y ocho animales, estimada menor por los ganaderos fueguinos, quienes consideran que es apenas el 10 por ciento de la masa total (estimada en unos 200 mil guanacos) y más encima en un lapso que partió el año 2003 y alcanzó hasta el año pasado, es decir, insuficiente para los fines que se pretende para favorecer la actividad ganadera.
Habrá que esperar los resultados de este proyecto, pero, mientras tanto, los guanacos seguirán en lo suyo; disputando pasturas a la masa ovina, principalmente; ramoneando los tiernos brotes de los renovales de lengas y otros árboles del bosque fueguino o aportando a las filmaciones y fotografías de los turistas con sus figuras inconfundibles en el paisaje austral.