Los trabajos para dar forma a una idea que, al materializarse y ser parte del desfile de carros alegóricos del reciente Carnaval de Invierno, se iniciaron a comienzos de junio pasado.
En dependencias de la planta Asmar, en el sector de Bahía Catalina, se reunió un equipo dirigido  por Gonzalo Mitrovic, subgerente de Producción, al que se integraron Jessica Estrada, Ariel Ampuero y Giovanni Franco.
A ellos se unirían, más temprano que tarde, Patricio Paredes, Claudio Segovia, Julio Gallardo, Rodrigo Manqui, Francisco Seguel, Pedro Cheuque, Jaime Montaña, Luis González, Guillermo Torres y Julio Cano, un listado al que habría que sumar los nombres de decenas de funcionarios del astillero “porque el carro es un trabajo que nos representa a todos”, explicó Gonzalo Mitrovic.
Fue un esfuerzo entregado en forma voluntaria, que contó con el apoyo de la institución y permitió materializar la idea que apreció la comunidad magallánica, sorprendida gratamente por lo innovador del carro alegórico que mostró a los “Transformers” y a una murga que no le fue en zaga, al contrario, con los disfraces ad hoc de decenas y decenas de niños, adolescentes y adultos, que, demostrando en la calle Bories, evidenció largas horas de preparación, de ensayos y de trabajo acucioso para darle forma.
Mitrovic explicó que se utilizó, en un 70%, material desechable, que fue reciclado para dar forma al carro, y que la diferencia fue asumida por Asmar y no superó el millón y medio de pesos.
Detalles
El enorme robot que cambiaba de forma, “como los de la televisión y de la película”, iba montado sobre una plataforma autoelevatriz, con ocho metros y medio de altura y un peso de 227 kilos y que se desplazaba lentamente en el desfile, con un buen sonido y un juego de luces que los concurrentes al desfile de los carros alegóricos aplaudieron a rabiar y lo hicieron el favorito en cuanto lo tuvieron frente a sus ojos.
Juramento
Los trabajos, que duraron más de un mes y medio, requirieron de lo que podría llamarse “un juramento de silencio”, algo así como la aplicación de una singular “omertá”, porque nadie subió a las redes sociales alguna fotografía de lo que se estaban preparando.
“Queríamos que fuera una sorpresa para la ciudad, para los concurrentes al Carnaval y nuestro personal cumplió con mantener la reserva del caso, porque muchos vieron lo que había en el galpón facilitado por Asmar, participaron de los ensayos, escucharon la música y nada se filtró”, dijo Gonzalo Mitrovic.
Los disfraces de la murga fueron confeccionados en cartón, con diseños de cada uno, pero con pautas generales que, en cierta medida, permitieron que decenas y decenas de ella pasaran frente al público provocando sorpresa y arrancando aplausos y gritos de alegría y entusiasmo, especialmente cuando se producía “la transformación” del robot.
Vara alta
Recordaron que desde hacía varios años que no participaban en este evento invernal de Punta Arenas.
Pero hay excelentes recuerdos de participaciones anteriores al 2008, la última de aquellas: los carros de la reina; el de Lazy Town, entre otros y la satisfacción y el orgullo sale a flor de piel.
Después de la ausencia, el regreso fue “con gloria” y así lo apreció la comunidad y, obviamente, el jurado del desfile de carros alegóricos, murgas, batucadas y disfrazados individuales: primer lugar y punto.
Los integrantes del equipo de creativos siguen contentos, pero están inquietos: consideran que dejaron la vara muy alta y que ya están pensando en qué crearán para el Carnaval del año 2017.
Como incentivo para pensar en algo tan novedoso y sorprendente como “el carro y la murga de Los Transformers”, habrá un encuentro recreativo, con distinciones y, obviamente, sorpresas … Al estilo Asmar.
Lo que se puede informar ya, es que se ha dispuesto una anotación de mérito en la hoja de vida funcionaria de todos quienes participaron en esta tarea y una distinción de este tipo no es algo menor para quienes dedicaron horas de descanso para hacer un aporte a la comunidad y prestigiar a Asmar, su fuente de trabajo por varios años ya, el algunos casos, por casi tres décadas.