El velatorio del empresario japonés avecindado en Punta Arenas, Hitoshi Hanaoka, se realiza en dependencias de la planta que se levanta en el camino viejo a Río Seco, en el sector de Pampa Alegre, distante una decena de kilómetros al norte de Punta Arenas, muy cerca de las aguas del Estrecho de Magallanes, donde el conocido empresario perdió la vida.
Así lo dio a conocer Patricio Vera, uno de sus más cercanos colaboradores, quien recibió las condolencias de parte de numerosos amigos y conocidos del esforzado empresario nipón, víctima de la fuerza del mar y de las bajas temperaturas cuando retiraba el huiro que obstruía la bomba de agua de la planta pesquera.
Vera indicó que los restos mortales de su jefe y amigo serán despedidos según el rito católico, con la presencia de su hija Miki, de 17 años, y de su hijastro, Marcelo Menéndez, de 34 años -quienes residen en Punta Arenas-, de su primera esposa, de la que se divorció hace años, y de su última pareja, de quien estaba separado de hecho.
Fuentes cercanas al fallecido empresario informaron que el cuerpo de Hitoshi Hanaoka será cremado mañana, después de un responso, en el Cementerio Municipal de Punta Arenas.
Historia de esfuerzo
El mismo Hanaoka recordó, en más de una oportunidad y públicamente, que después de su llegada a Sudamérica, como funcionario de una empresa japonesa, vivió en Buenos Aires, donde contrajo matrimonio y luego se divorció.
Posteriormente, viajó a Chile y, a comienzos de la década de 1990 se avecindó en Punta Arenas, donde inició una intensa actividad empresarial, primero solo y después, asociado con José Sánchez y su grupo familiar, provenientes de la Región de Coquimbo, con quienes contribuyó a desatar lo que se denominó “la fiebre del erizo” en la zona austral.
Hanaoka, primero, puso en marcha una pequeña planta procesadora de productos del mar, situada en calle Balmaceda, donde generó empleos para una treintena de personas, en su mayoría mujeres y, aprovechando la demanda de productos del mar austral chileno, empezó a exportar hacia Japón las primeras partidas del erizo austral, de mayor tamaño y sabor especial, diferente del que se captura y se procesa, por ejemplo, en las costas de Coquimbo o Puerto Montt.
De las poco más de diez toneladas de erizos magallánicos exportadas en 1992, las exportaciones alcanzaron, sólo cinco años después, un volumen del orden de las 500 toneladas, lo cual constituyó todo un récord, con un valor de 4 mil millones de pesos de la época.
Pero no todo fue miel sobre hojuelas, ya que lo denunciaron y estuvo encarcelado por el presunto delito de evasión de impuestos, acusación de la cual fue declarado inocente y absuelto de todo cargo.
Trabajadores
Los centenares de trabajadores y trabajadoras que fueron contratados para ejecutar “la faena del erizo”, lo consideraban “una persona muy humana”, nunca lo ocultaron y hasta se lo hicieron saber a las autoridades regionales cuando, a comienzos del gobierno del Presidente Sebastián Piñera, la intendenta Liliana Kusanovic, y su gabinete, realizara una visita a las instalaciones de la planta pesquera, remodelada y adecuada a las exigencias del mercado internacional, a partir de lo que fuera otra pesquera instalada allí.
El fallecido empresario japonés Hitoshi Hanaoka también tuvo detractores y críticos.
Pero aún así, existe consenso en que amó profundamente a Magallanes e invirtió una gran parte de sus utilidades en esta zona, ayudó a muchas personas, sin hacer ostentación, y dejó un gran desafío para quienes se harán cargo de continuar la tarea que él inició hace casi 25 años.
Hitoshi Hanaoka, premunido de un maletín, un modesto traje oscuro y un español notable para un japonés, llegó un día hasta Bahía Mansa y preguntó a los pescadores cómo eran los erizos depositados por la naturaleza en las aguas de esta región austral. Esa decisión determinó que una región tan distante de Japón estrechara lazos más allá de lo comercial y que gracias a su labor y a la de muchos otros exportadores de productos del mar, se han acercado aun mas.