Vecinos y vecinas que quisieran transitar por la calle Augusto Lutz, entre Ladrilleros e Islote Snipe, en Punta Arenas, por la vereda “del cerro”, no pueden hacerlo sin dificultad.
La razón es que a la altura del número 1.180, permanecen varios automóviles convertidos en chatarra maloliente.
Hay vehículos de marcas y modelos que hace años dejaron de circular por calles y avenidas no sólo de Punta Arenas, por ejemplo, un Fiat 600 amarillo.
En torno a eso y otros vehículos puede apreciarse mucho pasto, largo, utilizado por los perros callejeros como lugar destinado a orinar y evacuar sus heces.
Con ello, y más aún, cuando la temperatura sube un poco y no hay viento que se lleve los malos olores, ese sector se transforma “en un puñete en la nariz, incluso para el vecino con peor olfato”.
Las quejas se han hecho a través de la junta de vecinos del sector; se ha pedido apoyo al Departamento de Aseo y Ornato del municipio y solicitado que la chatarra sea retirada, como medida no sólo de ornato sino que, también, por la higiene de la calle, bien pavimentada y con viviendas de buena calidad.
Los vecinos dejaron las cosas hasta ahí, se cansaron de esperar una solución, pero no quieren enfrentar directamente a quienes suponen responsables de la situación puesto que no desean armar un conflicto entre vecinos, precisamente.
Ellos están esperanzados que las nuevas autoridades edilicias no sólo se ocupen de la maestranza o corralón municipal, colapsado con vehículos de todo tipo, año y modelo, sino que también despejen de chatarra no sólo a la población “El Pingüino”, donde existe, a lo menos, un foco más, en calle Abel Oyarzún, sino que todas las poblaciones de Punta Arenas.
Indicaron que hay chatarra en el sector norte, a corta distancia de un supermercado de calle Zenteno; en el sector sur, en calle Patagona, al llegar a Pedro Aguirre Cerda; en Carrera Pinto y en otros diferentes lugares, pero la urgencia, esta vez, está en la calle Augusto Lutz, entre Ladrilleros e Islote Snipe, a la altura del mil cien.
Y es cosa de tratar de caminar por esa vereda “del cerro” para apreciarlo y llevar un palo o ir muy atento, porque en la vereda “del mar” se reúnen algunos perros que deambulan por el sector.