Hace pocos días Mega estrenó “La cacería, las niñas de Alto Hospicio”, miniserie de ocho capítulos que recuerda el caso de las adolescentes violadas y asesinadas por Julio Pérez Silva.
La serie es protagonizada por el actor Francisco Melo, quien personifica al Carabinero que llegó en medio de la investigación de un caso que las autoridades daban por resuelto: las niñas habían huido de sus casas para ir a prostituirse a Perú o Bolivia, pero no. Las niñas nunca salieron de Alto Hospicio.
El policía personificado en la serie por Francisco Melo es un puntarenense: el excarabinero, psicólogo y actual administrador del Cementerio Municipal de Punta Arenas, Claudio Carrera, quién visitó los estudios de Pingüino Multimedia para concedernos una entrevista sobre el caso y como fue ver la historia que de seguro cambió su vida dentro de la institución-
- ¿Cómo fue ver una historia de la cual usted fue parte en televisión?
“Tuve una sensación extraña de escuchar palabras o ideas propias de uno y que había en algún momento plasmado en un informe y ahora en un actor. Me dio una cosa extraña, yo creo que es como un deja vu por así decirlo. Uno siente que esto lo vivió, pero antes y esa sensación tiene que ver con eso porque está muy apegada a los hechos y evidentemente hay cosas que están ficcionadas por razones de tiempo me imagino, pero tiene una secuencia muy similar a lo que me tocó hacer en esa oportunidad”.
- ¿Usted tuvo algún contacto con la gente de Mega para hacer esta serie?
“No, yo tuve contacto con Rodrigo Fluxá (autor de reportajes al respecto y parte del equipo realizador de la serie) el 2015, incluso el 2014 en distintas oportunidades. Él estaba tratando de acceder a la información que había sobre el caso y en ese momento habían algunas restricciones desde el punto de vista administrativo. Él no tenía acceso, ni yo tampoco y mucho del material que uno hace cuando participa de este tipo de información, no es propia, sino que de la institución, es una pericia, por lo tanto uno no se deja copia por lo general de ése tipo de circunstancias”.
- ¿Cómo llega al caso de las muchachas de Alto Hospicio?
“En el caso estuve cerca de 40 días entre Perú y Bolivia, pero en Iquique yo estuve 8 horas solamente haciendo esta pericia, nada más, no participé nunca en la investigación policial como tal, porque no estaba calificado como investigador, sino que yo era experto en entrevistas, entonces la idea de concurrir a Tacna era porque la información que había -y que en ese momento era bastante sólida- que habían visto a las niñas, a dos o tres de ellas prostituyéndose en la ciudad de Tacna”.
- ¿Cuál era el plan?
“La idea de trabajo era ir a buscar a las niñas, convencerlas de sacarlas de ahí y trasladarlas de manera urgente al Consulado. Una vez ahí, trasladarlas en el vehículo oficial que no es controlado por la policía peruana. Era pasar con ellas escondidas, a eso iba yo”.
- Usted tiene varias particularidades. Ya en esos años estudiaba sicología, lo que no es muy habitual en Carabineros. ¿Eso le ayudó a entender la criminología de otra manera?
“Así es, yo creo que la importancia que tiene la psicología en la criminología es fundamental. Yo lo que quiero instalar y el interés mío de contar esto, tiene que ver con que fueron 8 horas donde yo estuve en la ciudad (Alto Hospicio)”.
- El resto del tiempo, usted investigaba el caso en los lugares donde supuestamente estaban las niñas
“Yo fui a muchos night club en Moquegua (Perú), donde los mineros bajan con sus cascos y hay un tipo de ramadas donde bajaban los mineros y se pasaban a atender en unos bares hechos de lata nada más, sin puertas ni nada. Para poner un ejemplo, las relaciones sexuales costaban $800, contra $10.000 en la ciudad de Iquique. No había una relación a que iban a hacerse millonarias, que era lo que se decía, que iban a hacer dinero”.
- Finalmente, luego de ir a Perú y Bolivia, usted logra ir a Iquique
“Partimos
un día temprano con un capitán que llevaba un año allá investigando. Me
lleva y me dice que me va a dejar en la esquina, lo voy a dejar con el
señor Garay, padre de Viviana (una de las víctimas) y no voy a subir
porque a nosotros no nos pueden ver ahí.
Él me lleva a las familias y partimos a cada casa y apliqué un método que se llama autopsia sicológica, una batería de preguntas donde se señala algún tipo de cosas, como detalles inusuales, como dinero en efectivo o una cadenita que le habían regalado a una de las niñas para su primera comunión. Había detalles propositivos que hacían pensar de que ellas no se fueron, sino que las sacaron.
Finalmente, estas niñas estaban tiradas en un pique minero y una de las víctimas que sobrevivió, pudo escapar y ahí se destraba el caso.
Si no, no se hubiera resuelto el caso tal vez”.
@PabloFortin