Sabido es que Magallanes guarda una profunda tradición en el handball, un deporte en el cual es potencia a nivel nacional y en donde durante varios años se logró albergar grandes gestas deportivas.
Sin embargo, poco se tiene consciencia de dónde partió esta historia. Y ese inicio tiene un solo nombre: Emil Feuchtmann padre.
Era 1981 y a Emil Feuchtmann, recién casado con Mariela Pérez, compañera de carrera mientras estudiaba Pedagogía en Educación Física en Valparaíso, le ofrecieron dirigir las actividades deportivas de la Bahía Posesión, al norte de Punta Arenas, donde ENAP mantenía un campamento de extracción petrolera. Viajaron sin dudarlo, a vivir una aventura al fin del mundo.
Acá fue que tuvieron a sus cuatro hijos: Emil hijo, Inga, Erwin y Harald. Todos crecieron acompañando a sus padres a entrenamientos de este deporte. Un deporte que la pareja practicaba desde pequeños y que formó parte importante del lazo que crearon como pareja.
Es por lo mismo que los hijos poco a poco se fueron involucrando a la disciplina, y al poco tiempo empezaron a practicarla.
Un camino que hoy los tiene a los cuatro jugando en ligas importantes a nivel internacional, y tres de ellos son parte activa de las selecciones nacionales.
Sin ir más lejos, Emil y Erwin fueron parte del plantel que participó del último Mundial de Handball, en donde Chile obtuvo su mejor resultado histórico: un decimoquinto puesto.
Inga es seleccionada desde 1998 en el deporte. Erwin se desempeña en el Istres Provence de Francia, Harald, en el Skogas de Suecia y Emil en el Gran Nancy de Francia. Todos ellos partieron en 1992 a Santiago, para tener más opciones de desarrollar su carrera. A partir de ahí, han viajado solo en contadas ocasiones a Magallanes. Sin embargo, el legado dejado por la familia, y el lazo que ellos guardan por la región, sigue intacto.
“Recuerdo a la región con mucho cariño. Nací allá y no hay como tener unas raíces. Lo que pasa es que hace mucho que no voy, y cuando volví estuve dos días. Tengo muchas añoranzas de toda esa época, de lo que se vivió con el handball ahí, con mi papá. Me gustaría volver pronto a Punta Arenas”, relata Emil Feuchtmann.
“Mis papás se mantenían un poco al margen. Nos apoyaron, pero nunca nos presionaron para que nos dedicáramos al balonmano. Fueron muy neutrales siempre” relata Harald, a la hora de recordar cómo es que se fueron involucrando en el deporte.
“Cuando yo era chica, era un poco floja. En el lapso entre los 10 y los 12 años, me acuerdo de que a veces mi mamá me pagaba por ir a los partidos”, agrega Inga desde España.
Sin embargo, todos coinciden en que hubo un antes y un después de la llegada de Feuchtmann padre en el handball magallánico. De hecho, Emil manifiesta que “mi papá fue el que le dio una historia al handball en Punta Arenas. Hubo un antes y un después, de eso no hay duda. Me acuerdo del nacional del 90’, cuando el Liceo de Punta Arenas logró el segundo lugar nacional en adultos. Una final que se hizo en Punta Arenas y es muy difícil de olvidar. Me gustaría mucho que se diera de nuevo”.
Además, agrega que “me encantaría volver a vivir allá, aunque por ahora es lejano, porque todavía me quedan años de contrato en el club en el cual estoy”.
En lo que sí está claro, es que todos coinciden que el paso seguro para que Chile, y Magallanes, sigan avanzando en la disciplina, es clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio. De hecho, Emil manifiesta que ese sería la mejor forma de “terminar mi carrera decentemente”.