Nos atrofiamos, nos desperfilamos por años y años, simplemente nos dormimos por décadas. Negamos la realidad y nos hicieron creer por mucho tiempo que lo normal era lo que vivíamos: explotación, abusos, coimas, políticos vendidos, robos por doquier (muchos dentro de los uniformados), pactos secretos a espaldas del pueblo, “cocinas” que funcionaban muy escondidamente en donde los mejores platos y meriendas se las llevaban los de siempre y las migajas para la gente. Los medios de comunicación (salvo excepciones), hicieron lo suyo: nos hicieron creer que la Teletón solo era posible gracias a nuestros aportes y el consumismo encubierto, los festivales y fiestas se llenaron de basura, hay quienes consideran que Morandé y Cía., son ídolos, y la televisión se inundó de imbéciles a los que se les pagaba millones por hacer imbecilidades, y los aplaudíamos, los seguíamos, los comentábamos en nuestros trabajos; los fines de semana nos idiotizábamos con el deporte y si no había goles en nuestras canchas, bienvenidos los goles de “Azerbaiyán” (lo inventé, por si acaso) para seguir en su campaña de idiotizarnos sin freno, sin control, sin descaro.
Considerábamos normal pagar 100 veces más por un remedio, nos quedábamos callados cuando los alimentos eran manejados por conglomerados económicos y nos cobraban un ojo de la cara (después hablo de esto), nada decíamos cuando subían los consumos básicos y menos cuando privatizaron todo, nos convencieron que la educación pública era mala, y vamos pagando educación particular y lo mismo pasó con la salud, la seguridad pública era mala, y vamos pagando seguridad privada, seguros de tal y cual cosa, nos convencieron que era normal vivir así. Por nuestros ojos desfilaron farsantes, ladrones de tomo y lomo, y nada dijimos, fuimos tan idiotas que los elegimos presidentes, los nombramos ministros y los pusimos como diputados y senadores.
La coima, el cohecho, la compra de conciencias y voluntades se convirtió en deporte nacional, y vimos cómo nuestros honorables, nuestros pro-hombres, nuestra élite social y política no tuvo vergüenza alguna en poner en la Bolsa de Comercio sus valores y principios a costa de la miseria de todo un pueblo. Cuando nuestros ancianos se suicidaban, cuando los vimos pedir limosma, cuando se morían en la miseria, nada dijimos, callamos porque era normal, era natural, nos habíamos acostumbrado. Se nos caía a pedazos nuestra salud, nuestra educación, nuestra seguridad social, nuestras previsiones, pero nada dijimos, estaba bien, era normal.
La prensa nacional mentía sin control (tal cual como lo hacen ahora), y nada dijimos, era normal. Cuando alguien levantaba la voz y denunciaba los atropellos, los abusos, la explotación, eran comunistas - izquierdistas - rojos - chavistas - maduristas- y “sembrábamos el odio”. Todo era normal, eran tanto el nivel de idiotismo que nada decíamos, salían de nuestras bocas y pensamientos palabras como “son pobres porque quieren”, “son flojos”, “no se esfuerzan”, “no saben aprovechar las oportunidades” y el hambre era cotidiana en miles de hogares, y la muerte esperando por salud, y los campamentos que surgían de nuevo y el infierno para nuestros niños en el Sename y etc. etc. etc. Muchos, espero que usted no, anhelan esta normalidad, piden esta paz, quieren seguir viviendo como siempre esperando que “las instituciones funcionen”. Bastó un muchacho, un niño junto a otros, que levantaran la voz, que se atrevieran a lo que los adultos callábamos y, en un acto que pasará a la historia, ese niño-héroe anónimo, despertó a todo Chile y tenemos, es de esperar, la oportunidad de una nueva Patria. Claro, a los que anhelan la “normalidad” poco y nada podemos pedirle que abran los ojos si han jugado al empate y nada han dicho por esos 200 jóvenes que han perdido los suyos ni menos podemos pedirle que abran los ojos si nada han dicho por los de más de 20 muertos. Lloran por una patrullera apedreada (lamentable, por cierto), pero nada dicen absolutamente nada por los muertos. Para todos, como siempre, un abrazo.
P.D.: menos para los que piden que exista ¿paz? y ¿normalidad? y se quedan callados frente al horror y la muerte. Hipócritas: no se preocupen, pronto estará Morandé en pantalla..