Escribo este artículo el Día de las Glorias Navales, en que la acción imperecedera de Arturo Prat nos recuerda al menos por hoy, que existe un país llamado Chile en el cual hubo héroes dispuestos a morir por su Patria. En la actualidad no podemos evitar comparar a Prat y sus hombres con la clase política que a todo nivel, nacional, regional, local se ha enseñoreado de nuestro territorio y ha sentado en él un sistema en que se hacen gárgaras con la palabra “democracia”, un engaño colectivo en que como diría Borges, "solo es un abuso de la estadística”. Abraham Lincoln definió la democracia como “el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”, respondiendo los ecos del despotismo ilustrado, monarquías cerradas absolutas, del lema” todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Lo sé, el término” pueblo” en Chile y América Latina se lo apropió el socialismo y lo manosea cada vez que se requiere, pero no es así en todas partes. En el país del norte, el de Donald Trump, ”We, the people”, ”Nosotros, el pueblo”, tiene un significado profundo que creó un régimen propio y en que hasta hoy ningún político se atrevería a desafiar. Aunque no cumplan deben al menos disfrazar su acción como acorde a los intereses de ese pueblo estadounidense que los eligió. Nada de eso se observa en nuestro país. La clase política divorciada del pueblo, solo lo mira cuando hay elecciones. Se aproximan, así que se urde un llamado “nuevo pacto social”, entre cuatro paredes, en que participarían los partidos, el Congreso, organizaciones y académicos designados a dedo por los gestores de dicho acuerdo y en que de seguro ninguno de nosotros participará. Nuevamente fracasó esta semana la votación que restringe la reelección de parlamentarios y con efecto retroactivo. Hay muchos que no conciben la vida sin su escaño parlamentario, llevan hasta 30 años ininterrumpidos en el Congreso, el lugar donde -decía Huidobro el poeta, -"se hacen onces buenas y discursos malos”. Definitivamente ha quedado demostrado que los cargos públicos ya no son de servicio, son para el servicio de quienes los detentan. Y entre los más bravos oponentes a la norma que “jubilaría” a varios, un parlamentario de nuestra región aspirante a la reelección. ¿Qué grandes proyectos legislativos pueden mostrar en su palmares? ¿Qué instituciones de la República han contribuido en su acervo intelectual a crear para el país y la Región de Magallanes? Porque a los electores les embolinan con haberse sumado a proyectos para la brisca, conseguir pensiones y fondos, además de mil oficios a autoridades. Pero ¿leyes, generadas en proyectos originales de ellos? ¿Leyes de aplicación general en el tiempo para todo el país y no de casos puntuales? Los proyectos de ley en Chile se originan por regla general en el Ejecutivo, institutos y centros de pensamiento, asesores especializados, pero en los mismos “honorables”… escasísimos. Y se les paga para pensar, crear y legislar, en ese orden. Algunos solo son expertos en generar intrigas de designaciones de altos cargos y colocar partidarios en otros. Increíble, usted tiene un problema de salud busca un especialista, tiene un problema legal busca un buen abogado, pero para que administre su vida diaria a través de la legislación, solo cuarto medio. La decadencia se evidencia en los cargos de legisladores , y también en los de designación gubernamental. Tampoco interesa el pueblo, sino lo que prevalece es lo que otro político requiere pensando en la próxima elección. Es así que nuevamente hay aires de cambio de intendente regional en Magallanes. Se necesita por algunos porque vienen las campañas, no importa cómo saldremos de esta crisis Covid-19. No importa lo que hicieron los anteriores ni el actual, si es que hicieron algo, ni tampoco lo que hará él o la próxima, sino la utilidad que prestará a tal o cual incumbente o nuevo candidato. No hay ideas, no hay proyectos, qué importa la preparación y nivel cultural, la clase política se saco la careta hace tiempo, el pudor desapareció. El poder es para servirse de él, la Patria quedó en el pasado, el país se descompone; la inmigración indeseada, la corrupción, el terrorismo, la pobreza y hasta la división y pérdida de territorio. No tenemos lideres, Sebastián Piñera no lo es, Bachelet está al acecho. Entonces me acuerdo de Prat, que representa lo mejor del verdadero pueblo. Nosotros, el pueblo. Prat es un héroe. No podemos pedirle heroísmo a nuestros políticos. Sí debemos exigirles decencia.