La definición de analfabeto a lo largo de la historia ha ido cambiando. Años atrás eran analfabetos los que no sabían escribir y leer, luego se añadió a quienes desconocían las cuatros operaciones matemáticas básicas. En últimos años se incluyó una nueva palabra al léxico y es la de analfabetos digitales. Estos últimos, son aquellos que desconocen cómo manejar las herramientas tecnológicas y de este modo no pueden realizar tareas cotidianas e incluso interactuar co nel resto.
En épocas pretéritas no saber leer ni escribirse convertía en una barrera para acceder al mercado laboral, avanzar en el trabajo e incluso impedía pertenecer a determinadas instituciones. En nuestros días la misma problemática se aplica a los analfabetos digitales. Incluso esto está más agudizado, puesto que empleando estas durante la pandemia, nos hemos podido comunicar con nuestra familia, amistades, estudiar, realizar teletrabajo, etc, etc. Por lo tanto, hoy día saber manejar este tipo de la tecnología es un asunto que está casi nivel de sobrevivencia.
¿Quiénes son los analfabetos digitales? Como siempre son los más postergados. Un grupo importante de ellos son los adultos mayores. En Icares en abril del año en curso se señalaba lo siguiente: “Las personas mayores tienen prácticamente nula alfabetización digital en Chile”. Además, agregaba: ¨el 87% de los adultos mayores dispone de un teléfono móvil, pero solo un 40% son equipos inteligentes.
Aparte de los ancianos (eufemísticamente llamados adultos mayores, con el fin de suavizar a veces muy duras realidades) ¿Cuántas personas que viven en la miseria pueden tener computador, notebook o celulares inteligentes? ¿Cuántas de estas personas pueden pagar el internet? Esto último bajo las actuales circunstancias debería ser gratuito, en especial para las personas que carecen de recursos.
Mediante las soluciones que se toman, parece que los analfabetos digitales simplemente han sido borrados de nuestra sociedad.
Otras de estas medidas que se han anunciado con ¨bombos y platillos¨ es la atención de Salud Mental, que no solo han sido tomada a destiempo, sino que se entregara mediante una plataforma digital. Entonces, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿A quiénes va dirigido esto? Al parecer a las mismas personas que tiene acceso a la telemedicina y ¿Qué pasa con quienes más lo necesitan y no tienen recursos como: las personas que viven hacinadas y eso mismo desata problemas de VIF entre una serie de otras problemáticas?
El dejar marginados de la educación y la salud a los analfabetos: ¿Es una simple casualidad o corresponde a una estrategia maquiavélica de reingeniería social?
Tal vez una verdadera solución en cuanto a Salud Mental sería: crear duplas psicosociales que con todas las medidas sanitarias de protección, realicen visitas domiciliarias y en el terreno mismo detecten las reales necesidades de las personas más sencillas y desvalidas y de este modo se podría ayudarlas de una manera efectiva.