Hay un dicho popular que indica que “no hay dolor más grande que perder un hijo”, y peor aún, si la pérdida fue a causa de un asesinato. Ése es el peso que cargan los padres de Gonzalo Muñoz del Campo, joven natalino que perdió la vida tras luchar por diez meses agónico producto de una brutal e inhumana golpiza en la que fueron sindicados dos exfuncionarios de Carabineros de Chile y un civil, hace exactamente tres años.
Tanta fue la angustia ocasionada que Alejandro Muñoz y Andrea del Campo decidieron dejar atrás la vida que comenzaban a cimentar en la capital de Última Esperanza, para radicarse en Punta Arenas.
Poco más de un año ha transcurrido desde que el Tribunal Oral en lo Penal de Punta Arenas dictó sentencia definitiva por este caso, tras la realización de dos juicios, condenando al exuniformado Miguel Delgado Velásquez a purgar 9 años y 332 días tras las rejas como autor del delito de homicidio; a Pedro Loncuante (también expolicía) y a Sebastián Cáceres como cómplices del homicidio a una pena de más de 4 años en libertad.
Al respecto, el padre del joven músico relató cómo ha sido la vida después del ajetreado proceso judicial, recibiendo el cariño y el amor incondicional de parte de sus amigos y seres queridos tras este difícil proceso, pero también, con la espinosa sensación de injusticia, considerando que se hizo todo lo legalmente posible para que los tres implicados pagaran su crimen tras las rejas. También reveló que a más de un año que los jueces ordenaran el pago de una millonaria indemnización por daño moral, no le ha llegado ni un peso de parte de los homicidas, por lo que duda de que ellos estén realmente arrepentidos de lo que hicieron.
- A tres años de la golpiza ¿cuál es la sensación que queda en usted?
“Para nosotros, éste es un día muy triste, se giró nuestro mundo en 180 grados. Pasó lo que pasó y decidimos venirnos a Punta Arenas detrás de nuestro hijo y cerramos nuestra casa en Natales, cerramos nuestro negocio y al final lo perdimos todo. Nos quedamos sin casa, sin negocio, sin hijo y sin la vida que teníamos. Alguna vez habíamos decidido quedarnos en Natales porque encontrábamos que era la ciudad ideal para que Gonzalo creciera, era una ciudad de paz. Pero hace tres años, esa paz se convirtió en terror. Es una fecha triste pero queremos que se recuerde para que nunca más violenten a nuestros jóvenes”.
- ¿La familia quedó conforme con el proceso judicial?
- “La justicia en este país es a medias. Se deja conforme a un lado y al otro. Los tres delincuentes fueron declarados culpables, pero sólo uno está en la cárcel y los otros dos quedaron libres. Yo todas las noches me pregunto por qué, si aquí y en la quebrada del ají, el que comete un homicidio, ya sea como autor o cómplice, tiene que pagar con penas de cárcel. Parte de la legislación y los jueces son quienes aplican las leyes que existen, y ellos no son quienes las hacen”.
- ¿Cómo ha percibido las muestras de cariño de la comunidad magallánica y la intención de que la memoria de su hijo no quede en el olvido?
- “Todas esas muestras de cariño y de amor hacia nosotros, pero que en el fondo son para nuestro hijo, nos han alimentado el alma y permitido estar más o menos bien. Nosotros queremos mucho a la gente de Natales, sobre todo porque ellos siempre estuvieron con Gonzalo, antes, durante y después de su muerte. Gonzalo siendo muy joven tenía muchos amigos y mucha gente se acercaba a él. Era como un viejo sabio chico, siempre hablaba del respeto, siempre escuchaba a todos, que no importaba la condición social, la ropa que vistiera, de dónde viniera o la orientación sexual de las personas. Yo muchas veces hacía chistes y él me corregía. Él nos dejó muchas enseñanzas en su corta vida. Quizás porque era músico, y los músicos son más sensibles, no sé”.
- ¿Qué le podría decir a las personas que estuvieron involucradas hace tres años en el asesinato de Gonzalo?, ¿cree que la pena y los castigos impuestos han causado arrepentimiento en ellos?
- “Ellos no han cumplido con las penas asignadas por la justicia. Los jueces dictaminaron que los tres debían pagar una indemnización por daño moral de 20 millones de pesos a la familia, pero ellos nunca pagaron una aspirina ni un medicamento para mi hijo, y todavía no lo han hecho. ¿Cuál es el arrepentimiento entonces? Yo no les creo, porque si uno está arrepentido se trata de resarcir o enmendar los errores. Todos ellos pagaron millones, y eso me consta, por abogados, pero ni siquiera le compraron una aspirina a mi hijo. Por eso es que la justicia es a medias, por eso es que todo queda en el aire. Hay que estar peleando en este momento por una situación que ya se dictaminó hace más de un año, hemos sido nosotros los que estamos detrás y no hemos recibido ningún peso. Que ellos se confiesen ante Dios, si ellos quieren les puedo presentar a algún curita y ante él que pidan perdón, pero nosotros no los perdonamos”.