A la cárcel fue enviado el lunes Juan Francisco Velarde Pérez, luego que la Fiscalía le imputara el delito de incendio de una vivienda de la población Carlos Ibáñez ocurrido el pasado sábado. Sin embargo, detrás de este presunto ilícito se arrastra una difícil historia que el hombre ha debido enfrentar, teniendo que lidiar con problemas psiquiátricos desde muy temprana edad, y tras recuperar su vida normal, algunas situaciones como la pérdida de su esposa y de su madre, más la falta de medicamentos y tratamiento, lo hicieron caer lentamente en una problemática de la cual su hermana intentó salvarlo.
Precisamente, ésta última, identificada como María Cecilia Velarde Pérez relató que su hermano debió ser ingresado a los 18 años al Hospital Psiquiátrico Philippe Pinel, de la ciudad de Putaendo donde se le diagnosticó esquizofrenia, y estuvo con tratamiento durante una década.
Tras aquello, él se recuperó y comenzó a normalizar su vida, logrando tener una casa en Santiago –que actualmente arrendaba-, y asimismo contrajo matrimonio y formó una familia, vínculo que duró por más de quince años, y en el cual pudo criar como un padre a los tres hijos de su cónyuge.
“En esos años mi hermano jamás tuvo algún descuadre emocional. Él siempre fue una persona trabajadora, mantenía su casa, era el proveedor de las personas con las que vivió, siempre fue preocupado de sus tres hermanas y por eso es que yo estoy acá. Él siempre fue buen hijo y muy buen esposo, muy preocupado de nuestra madre, la llevaba a almorzar a su casa y era una persona intachable”, comentó María Cecilia, quien señaló que lamentablemente Juan quedó viudo.
Tras establecer una nueva relación de pareja por cinco años con otra mujer, Juan llegó por trabajo a Magallanes hace seis años, cumpliendo labores como contratista para la empresa constructora Salfa. En la región tuvo otro vínculo amoroso y jamás presentó problema alguno.
La pérdida de su madre
En 2016, la madre de ambos hermanos quedó desahuciada tras una metástasis en el pulmón derecho, hasta su inevitable fallecimiento, momento en que Juan habría comenzado a evidenciar nuevamente su enfermedad.
“Esta enfermedad la tuvo a los 18 años y después él nunca más tuvo que ir a un psiquiatra. Cuando mi mamá falleció, pensamos que su comportamiento era parte de las emociones del momento, él estaba muy acelerado. La persona con la que vivía en Punta Arenas nos dijo que desde ahí él había cambiado, porque no dormía mucho, estaba más inquieto, se levantaba en la madrugada, pero también seguía trabajando y haciendo su vida normal. Pero como él estaba en Magallanes nosotras como hermanas no nos pudimos dar cuenta y esto no empieza de un día para otro”, prosiguió.
En 2019 tuvo una pequeña discusión en su casa, “mi hermano cerró la puerta y no volvió nunca más”, detalló María Cecilia. A raíz de ese momento, continuó trabajando, recibiendo el dinero del arriendo de su casa en Santiago y viviendo en algunas pensiones para finalmente, hace cinco meses quedar en situación de calle. “Yo iba a viajar en abril después de semana santa e iba a ir a buscar la ficha clínica a Putaendo, pero cerraron los aeropuertos. Nos contactaron del albergue donde él estaba”, dijo.
Presunta negligencia
Producto de su condición de salud, en junio habría pedido ayuda al Centro Comunitario de Salud Mental (Cosam) Miraflores, donde le diagnosticaron que presentaba características de un trastorno de personalidad antisocial y rasgos de psicopatía, por lo que la doctora María Lancién determinó que no debía ser ingresado ni tener continuidad de atención en dispositivo de salud mental y/o psicosocial, ya que no existirían objetivos terapéuticos que lo justifiquen, y sería un evidente riesgo para el equipo.
“Se le gestionó un pasaje de avión para trasladarlo a la capital el 19 de julio, donde lo íbamos a internar y él se metió a la cabina del piloto, que es una falta gravísima y lo dejaron en libertad. Después de eso, lo llevaron ante el doctor Juan Vukusic y él le dijo que se aprovechaba del sistema, que estaba bien y que se quede así”, develó.
Tras lo anterior, la mujer viajó el pasado martes a Punta Arenas para intentar ayudar a su hermano, dejando atrás su labor como auxiliar farmacéutica y a su familia. Le fue facilitada una vivienda, que fue la que ardió el sábado.
“Yo quiero que a él lo hospitalicen y no me lo tengan en calidad de imputado. Aquí hay varias negligencias tanto médicas como de la Fiscalía. Yo lo único que pido es que a mi hermano lo pongan en un hospital psiquiátrico de acá, porque yo no me lo puedo llevar así como él está. Yo sé que voy a poder recuperar a mi hermano, con un buen tratamiento y voy a estar acá hasta que sea necesario. Si tengo que estar dos o tres meses en Punta Arenas, pagar medicamentos o lo que sea, yo lo voy a hacer con tal de recuperarlo y llevármelo de vuelta para que se siga tratando allá. Yo no vine a meter preso a mi hermano, yo vine a ayudarlo y acá fueron negligentes con él”, puntualizó.