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Columna de Opinión

El derecho de vivir en paz

columnistas
15/09/2020 a las 19:52
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Hermes Hein abogado

Una cosa es desconocer la historia, la otra un juego peligroso y desenfrenado por abandonar todas las banderas y entender que se puede confundir a las personas transformando una canción de protesta contra la guerra de Vietnam, en una suerte de spot publicitario reivindicando el status impuesto en la Constitución de 1980.   Esto importa que la derecha política ha perdido todo orden lógico y moral, todo sentido de trascendencia, simplemente sin la Constitución de 1980 carece de brújula, de toda orientación para el futuro de Chile.  En definitiva, este episodio no es simple oportunismo, sino la expresión de una crisis terminal para  un modelo que carece de sustancia, que forma como los describe Enrique Iglesias, hombres light, seres hedonistas y materialistas cuya única meta en la vida consiste en alcanzar el éxito; un ser al que solo le interesan el dinero y el consumo.   En este caso, un sector político que aspira a ganar un plebiscito a toda costa, sin debate, confundiendo y licuando el contenido de una canción escrita por un artista cruelmente asesinado.
     Ni siquiera la España franquista se atrevió con la memoria de Antonio Machado, republicano de tomo y lomo, pero Chile, no tiene esa grandeza, no reconoce a los suyos, ni siquiera después de la muerte.  En esta publicidad hay irreverencia, perdida de pudor, hay otras formas de enaltecer, si esa es la intención, las bondades del orden económico y social que establece la Constitución, pero recurrir a Víctor Jara, es un exceso, es desvergüenza y falta de criterio.
     Todo proceso de cambios genera incertidumbre, pero esta vez el pánico se apoderó de la derecha, está aterrada, no logra ser gobierno sin ventajas, hacer empresa sin dialogo social, establecer el orden público sin dictadura, definitivamente no valora la democracia, no logra establecer, siendo gobierno, el clima propicio para un gran acuerdo nacional que se exprese en un nuevo orden constitucional, para ello no es preciso recurrir al terror, basta con asomarse siquiera tímidamente a la ventana de los nuevos tiempos.
     Chile, no puede seguir siendo víctima de su carácter insular, no puede continuar de espaldas a los tiempos de la post guerra fría y los desafíos de un nuevo orden que está en construcción, esta es la oportunidad  de reflexionar acerca del impacto de la globalización en asuntos que atañen el frente nacional e internacional, de discutir sin temores sobre integración, relaciones internacionales, tratados internacionales. Es nuestra gran oportunidad  de revisar nuestro ordenamiento jurídico fundacional como país, y ver como éste se inserta en la relación entre globalización e identificación de las nuevas conexiones entre economía y política, capitalismo y democracia, seguridad y migración, seguridad y progreso, cultura, sociedad y medio ambiente.
    Hacer una parodia que reivindica sin contenido una canción de protesta contra la guerra de Vietnam, azuzando los temores hacia el comunismo, la violencia y el socialismo simplemente no tiene sentido, sólo conseguirá polarizar y revivir viejas odiosidades que las nuevas generaciones tienen el derecho de superar, construyendo un nuevo orden constitucional que integre a los chilenos y en el cual todos podamos sentirnos representados, donde la reconciliación no se imponga por decreto, proscribiendo el pensamiento y  limitando los derechos sociales, sino que sea el producto de una lenta y paciente construcción.  La oposición no lo está haciendo mejor, de espaldas a la necesaria unidad para ser gobierno tampoco tiene propuesta de futuro, y a este paso, como nos cantó Víctor Jara, está pavimentado el camino para que tengamos un Presidente de Chile, que no es ni chicha ni limonada.

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