Investigadores del Museo de Historia Natural de Río Seco han seguido avanzando en el proceso de confirmación de la muerte de una ballena jorobada, la que varó en la playa que se extiende entre Punta de Árbol y el Faro San Isidro el pasado domingo 4 de abril. Todo se inició cuando Gabriela Garrido y Gonzalo Cáceres, biólogos de este recinto, fueron alertados por su presencia, por lo que posteriormente llegaron al lugar y lograron mover el cadáver hasta la costa.
Han pasado 13 días desde su hallazgo, y el último ocurrido tuvo lugar el jueves anterior, cuando lograron trasladar el cetáceo a la Bahía El Águila. Según relatan, este rescate demoró unas dos horas, debido al portentoso cuerpo de este animal, el que pesa alrededor de 20 toneladas.
Esperan que en los próximos días pueda bajar la marea alta para realizar la necropsia en un lugar mucho más cerrado y menos expuesto al tránsito de la gente, debido a que este proceso produce olores desagradables.
Es probable que el próximo fin de semana la marea baje. En esos días los especialistas podrán hundir la ballena para que la fauna del lugar, los pequeños isópodos que se alimentan por allí, consuman su carne y vayan despejando los huesos para que eso acelere el proceso de limpieza.
Los investigadores están interesados en su esqueleto para exhibirlo en el Museo de Historia Natural de Río Seco. Desde su inauguración el año pasado el espacio se ha sido transformando en un pabellón de grandes cetáceos.
Responder la interrogante sobre la causa de deceso del animal no es tan simple. Si bien presenta lesiones concretas, aún es necesario abrirlo y examinar su cadáver para saber qué ocurrió. No obstante, la principal teoría sigue siendo que su muerte se debe a lesiones por tráfico marítimo por embarcaciones.