Hace muchos años leí una poesía épica que se llamaba “Orlando furioso”, escrita en el siglo XIV por Ludovico Ariosto (1474 – 1533), un poeta épico italiano que se caracterizaba por sus extensos textos, y aun así no disminuía su importancia y preponderancia. Cabe señalar que no fue lo único que escribió, pero esta obra fue la que ocupó gran parte de su vida, hasta llegar a la versión definitiva que se publicó en 1532. A esta le añadió seis cantos más que a las ediciones anteriores. Además desafió la época e hizo caso omiso a los consejos de sus amigos. Decidió no escribir en latín. De alguna forma sentía que esta obra, a diferencia de las anteriores, debía ser perfecta y única. Se dice, incluso, en las investigaciones históricas al respecto que nunca estuvo conforme.
La trama de “Orlando furioso” está llena de historias secundarias, fábulas, referencias y relaciones de hechos presentados como adivinaciones, que interrumpen habitualmente las aventuras de los personajes principales. Tiene varias partes y está compuesta por cuarenta y seis cantos, que suman un total de cuarenta mil versos.
Disfrutar la lectura del “Orlando furioso” está al alcance de todo lector debido a que se trata de un poema de belleza extraordinaria. Tanto así que Antonio Vivaldi, el gran compositor, violinista, profesor y sacerdote católico veneciano del barroco se inspiró en esta obra para componer un drama musical de tres actos.
Se dice a su vez que esta obra, el Orlando… famoso, es “un poema que se niega a empezar y se niega a terminar”
Cualquier analogía que podamos hacer al respecto queda a la interpretación más libre y lúcida de cada persona, recogiendo la sensibilidad especial del autor y la fantasía de sus personajes.
Lo cierto es que en el momento que vive nuestro país hay personas que fueron elegidas para cumplir una función específica, única y hasta solemne, como es la de escribir una nueva Constitución. Por lo que no solo deberían preocuparse de lo accesorio y ambiental, sino de la misión trascendental que tienen, mostrando a la ciudadanía que cada día se avanza un poco más.