Los resultados de las primarias del domingo pasado fueron sorpresivos en varios aspectos. Uno de ellos fue que el electorado de derecha y centroderecha concurrió masivamente a las urnas, obteniendo Chile Vamos cerca de un 43% del total de los votos. No cabe duda de que el saldo es positivo para el sector, sobre todo considerando el pobre desempeño de la coalición en las últimas elecciones. Sin embargo, lo más llamativo es que los candidatos de cada uno de los partidos de Chile Vamos fueron derrotados con holgura por Sebastián Sichel, un independiente de centroderecha (o derechamente de centro) y ex militante de la DC. En otras palabras, por alguien de afuera. Esto plantea una serie de interrogantes acerca cuál es el mensaje que el electorado le está tratando de enviar a los partidos de Chile Vamos.
Un primer mensaje tiene que ver con el domicilio político de la derecha, el cual pareciera haberse corrido hacia el centro. De hecho, durante las primarias, los cuatro candidatos de Chile Vamos se identificaron con el centro político (algunos más, otros menos). Y es que la crisis iniciada el 2019 ya no admite que el proyecto político de la derecha consista solo en arreglar los problemas heredados de los gobiernos anteriores o dedicarse a bloquear todo tipo de reformas, haciendo oídos sordos de los problemas de la ciudadanía. En ese sentido, el acierto de Sichel fue haberse parado en el centro apelando a ideas liberales tradicionalmente vinculadas a la derecha, como es el caso de la meritocracia (que él mismo encarna), pero al mismo tiempo haciendo eco de los problemas sociales de Chile que es urgente resolver. En esa misma línea, Sichel no dudó en descartar una alianza con José Antonio Kast, indicando que no forman parte del mismo proyecto político.
Por otro lado, la primaria de Chile Vamos deja entrever una vez más una fuerte crítica a los partidos políticos tradicionales y sus formas. El hecho de que un independiente como Sichel haya derrotado a todos los candidatos de los partidos de Chile Vamos habla por sí mismo. Esto confirma que está instalada en los votantes la percepción de que los partidos tradicionales (no sólo de Chile Vamos) funcionan una especie de club exclusivo al que se entra sólo con invitación, y donde lo que paga es el compadrazgo y los vínculos familiares y no la capacidad. Es así como muchas veces los candidatos son elegidos a dedo para después ser presentados como un regalo a una ciudadanía que nunca los pidió. En este contexto, Sichel no solo es una cara relativamente fresca, sino un candidato que tuvo que batallar por participar en las primarias de Chile Vamos, desafiando la lógica de los candidatos designados entre cuatro paredes. Esto último es algo que ha sido premiado y hasta celebrado por la ciudadanía en esta y otras elecciones.
Por último, queda claro que los atributos personales e historia de vida de los candidatos también son relevantes para el electorado. De hecho, es posible que Sichel no haya tenido ni las mejores ideas, ni el mejor programa. Sin embargo, gracias a su carisma, y apelando a una historia de vida donde destacan no solo las carencias, sino que también el esfuerzo, Sichel fue capaz de sintonizar con un electorado que se vio identificado con su trayectoria vital, mostrándose como alguien cercano y empático, que habla de los problemas de muchos chilenos no de la boca para afuera, sino que por haberlos vivenciado.