Desde la arbitrariedad en la toma de decisiones, con patrones ajenos a la realidad que hoy viven vecinas y vecinos, se habla con mucha fuerza de nuevos y grandes proyectos que, claro, son un gran beneficio para la región, pero actualmente hay cientos de personas que no viven con dignidad en la comuna de Punta Arenas.
La pandemia y el estallido, principalmente, mostraron una verdadera cara de Chile que se invisibilizaba escondiendo los problemas debajo de la alfombra; pues bien, esto ya no se sostiene y no es posible seguir en esa lógica.
Si mal no recuerdo, uno de los últimos avances que salen del centro de la ciudad es la electrificación que se realizó hasta Aguas Frescas en el gobierno comunal del exalcalde Emilio Boccazzi, donde tuve la oportunidad de participar como concejal.
Pues bien, pasa el tiempo y seguimos en el mismo lugar. Cuántas veces hemos escuchado al concejal Germán Flores dando una pelea casi solo por lograr darle luminosidad al camino al aeropuerto (que claramente se justifica por la peligrosidad en la noche y sobre todo en invierno).
Las y los vecinos del sector andino llevan años, décadas, exigiendo que se les tome en cuenta, que puedan contar con lo mínimo para vivir, como la luz, agua y gas. Hace un par de años, el por entonces recién asumido gobernador Homero Villegas, compañero de ruta partidaria del actual alcalde, no tuvo empacho en enviar a la fuerza pública para reprimir a los habitantes del sector alto de la ciudad que se habían organizado para protestar por el olvido de las autoridades ante las claras y precisas demandas. Qué ironía, mientras los pobladores se movilizan por derechos sociales de forma pacífica; los que tienen el control y la toma de decisiones prefieren la intransigencia, con violencia, sin diálogo e, incluso, dejando a una persona lesionada con fractura.
No es presentable que siempre se encuentren problemas por parte de los que tienen que dar soluciones para que, de una vez por todas, las vecinas y vecinos de Punta Arenas, que pagan impuestos igual que todo el resto, puedan tener los servicios básicos para brindarles una mejor calidad de vida.
Las y los invito a recorrer un poco nuestra ciudad, salir a las plazas de todos los sectores y se darán cuenta de cómo el Estado construye con una discriminación terrible. Nuestros sectores más vulnerables se han tenido que acostumbrar a que sus plazas sean recicladas de juegos rotos y en mal estado, para que los lugares donde hay más recursos se construyan espacios millonarios, y ojo, se hace con la plata de todos nosotros.
Esa lógica no puede continuar. Desde todas las autoridades se necesita sacar la voz de una vez por todas para que se tenga igualdad de trato en cómo se hacen las políticas públicas, sin importar el sector y el estrato social.
Duele la indolencia y apatía de los que no quieren ver esta realidad. Pues bien, yo pongo a disposición de la comunidad mi nombre para poder, al menos, ser un apoyo en este largo trance de desigualdad al que nos tuvieron acostumbrados.