Este miércoles, a solo un día de iniciado el periodo legal de campaña, vimos por televisión el primer debate oficial entre los candidatos presidenciales que buscan con fuerza llegar a la moneda en noviembre próximo; candidatos que entre profundas diferencias, tienen un mismo objetivo, y es ser el próximo presidente del país. Sin embargo, la gran mayoría de ellos, en vez de aprovechar la instancia para hablar de sus programas o para contarnos por qué deberíamos darle nuestro voto, solo utilizaron el espacio para hablar mal del otro, para sacar “trapitos al sol” y para seguir con esa política vieja que nada tiene que ver con la edad, sino con la forma de hacer las cosas. Así, por ejemplo, pudimos observar el último recurso más vergonzoso posible, como el de la candidata Provoste, quien incluso habiendo presidido el senado, cree como fuente oficial poder citar algo de “Wikipedia”… sin comentarios.
Durante la jornada, cuyo fin pretendía conocer más al candidato y sus propuestas para liderar Chile con todo el desafío que ello implica, pudimos conocer parte de las ideas, valores y programas de quienes buscan conquistarnos, pero buena parte de esa noche fue discutir, como niños, en quien es más lindo y bueno que el otro de los que está ahí; discusiones y cruce de palabras que precisamente nos tienen aburridos a tantos chilenos y chilenas que hemos decidido caminar por la independencia política, votando incluso más por la persona que por su sector, y aunque digan que eso es ambiguo, creo que es incluso mejor votar informado con confianza en el programa de quien eliges, y no por bloques o por obediencia a algún sector. De esta forma, en una misma elección podrías elegir candidatos de sectores opuestos, pero confiando en que su trabajo será real y contribuirá al bienestar nacional, porque hacia allá apunta el nuevo Chile que deseamos, un país donde la diferencia construya en equipos, en vez de seguir con odiosas y profundas discusiones sectoriales. Con ello, no digo que están mal los partidos, sus representantes o sus bases; lo que creo, es que no puede cegar tanto ser miembro de un colectivo, creyendo que se tiene la verdad absoluta, porque como todo en la vida, se piensa mejor entre opiniones distintas, que siguiendo la doctrina de solo una corriente.
Por todo lo anterior, y como el debate no fue precisamente la fuente oficial que necesitamos para un voto informado y consiente, es que tenemos una tarea para la casa en la que nadie puede quedar fuera, sobre todo con una híper conectividad y digitalización, porque del mismo modo en que pasamos horas en redes sociales, si destinamos solo 15 minutos al día en buscar programas de los candidatos y leer sus propuestas, de seguro votaríamos más ciudadanos y no ganaría la abstención; sin duda podríamos hablar con mayores argumentos que citar Wikipedia a la hora de presentar una propuesta; claro está que sabríamos rebatir aquellas mentiras que nos dicen y que hoy por desinformación, nadie desmiente.
No es una elección cualquiera. Hay visiones muy distintas sobre gobernabilidad que pueden ser muy peligrosas si caminan de la mano con sectores de extrema. Pero no podemos quedarnos con lo que vemos en televisión, que solo son guerras de bandos. Leer, informarnos, debatir entre amigos y defender nuestras posturas con respeto pero con seguridad y conocimiento, es tarea de todos.