Es complejo adjetivar, calificar más bien. Es expresar una cualidad, un rasgo, una propiedad, un estado de algo o a alguien, sea describiéndolo o haciéndolo específico.
A mis circunstanciales estudiantes les explico que es natural añadir una cualidad a algo o asignar una otra a alguien. Mas hacerlo es asumir un gran riesgo, dada la alta subjetividad de asignación de valores, estados, rasgos o propiedades. ¿Por qué? Porque tal asignación se hace desde la perspectiva del hablante, del escritor, desde su conocimiento o experiencia. Y porque dicha experiencia de vida es intransferible, indelegable, y porque tal transmisión o traspaso de modo idéntico a otro es tarea imposible.
Y en español podemos usar el adjetivo calificativo tanto posponiéndolo como antecediéndolo al sustantivo, junto al cual se acomoda, dando forma a frases, en lo inmediato. Es usual que vaya pospuesto; sin embargo, no da lo mismo tal o cual colocación. La forma del adjetivo podría ser la misma, aunque, a veces, se reduce, se contrae, se apocopa. Sin embargo, el significado, invariablemente, experimenta adecuaciones que, aunque menores, está determinado si el adjetivo calificativo se antepone, pues en tal caso el significado se hace aun más relativo que cuando el adjetivo va después del sustantivo. En términos generales, vaya esta vez un ejemplo clásico, una casa grande versus una gran casa. ¿Qué ha sucedido? En la primera frase el adjetivo calificativo grande va pospuesto; en la segunda frase, el adjetivo calificativo gran va antepuesto. Sus significados son parcialmente diferentes. Si va pospuesto, el significado es en términos de su tamaño o magnitud; en cambio si el adjetivo va antepuesto, su significado se hace más relativo, y es en términos de su magnificencia, de su grandeza u ostentación.
Tema recurrente. Alguna vez caracterizábamos en clase de gramática el uso de los adjetivos, en particular los calificativos. Y tanto ayer, y mucho más hoy, he sido testigo del manejo descuidado, intencionado, mal intencionado, inexperto, inadecuado, ideológico, subjetivo, pintoresco, imperfecto, parcial, truculento, impreciso, esperpéntico, incluso supercalifragilisticoespialidoso (jajajá). ¡Vaya!, hay que usarlos, pero no exageremos.
Siempre será aconsejable limitar el empleo de adjetivos en los textos descriptivos e informativos y usarlos especialmente cuando tengan sentido pleno. Los adjetivos son adecuados cuando contribuyen a describir o definir cualidades que enriquezcan los datos o la información. En suma, deben servir para explicar mejor los hechos, no para expresar valoraciones, lo que los acercará más a la subjetividad.
La prudencia, la sobriedad, tan indispensable para una vida útil, alcanzan también a la gramática y el uso de un lenguaje correcto. Es buen consejo usar los adjetivos con austeridad, respeto, consideración y espíritu constructivo, todo en favor de un diálogo positivo, esclarecedor. El lenguaje refleja la grandeza del espíritu.