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Columna de opinión

Rebelión en la granja de los animales

opinion
22/04/2022 a las 14:25
Periodista Web 3
1731

Juan Luis Oyarzo Gálvez, Académico, Ingeniero Comercial

En esta columna déjame recomendarte un libro; se trata de la Granja de los Animales escrita por George Orwell, el mismo de la brillante obra “1984” que inspira en alguna forma la época de los Reality Shows y el concepto del Gran Hermano. Pero bien, el libro en cuestión comienza cuando Jones, el granjero y dueño de la “Granja Manor” va a dormir y al apagar la luz de su velador comienza un gran alboroto entre los animales, en donde el Cerdo Viejo Mayor -el más sabio de la granja- quiere comunicar al resto de los animales un sueño que ha tenido la noche anterior. Es una visión sobre la desaparición del hombre el cuál es el único enemigo real que tienen los animales, de hecho, para este sabio cerdo el sacar al hombre de su entorno permitirá que todo el trabajo realizado por ellos en la granja les será propio y les permitirá salir del sistema totalitario en el cual viven. Este Viejo y Sabio Cerdo incluso había afirmado que ningún animal debería vivir ni adoptar la costumbre de aquellos hombres abusadores y menos tiranizar a sus semejantes, ya que todos somos iguales. Al poco tiempo, muere el Sabio Cerdo dejando sus pensamientos insertos en jóvenes animales que desean una sociedad mejor y que les permita la libertad y el ser dueños de su propio trabajo. Lograr aquello no es sencillo, requiere organización. Y para esto, los animales se rebelan ante el dueño de la granja actuando agresivamente y llevando a una explosión ante los malos tratos que en el transcurso de su vida vivieron. En dicho estallido y liderados por los cerdos -que para el autor eran los animales de mayor inteligencia- logran apoderarse de la granja y para convencer a los indecisos adoptan un lema: “cuatro patas si, dos patas no”. El lema era sencillo y reducía a la mínima expresión los complejos mandamientos que antes habían escrito y que eran difíciles de memorizar por el resto de los animales. La idea de fondo es que todos piensen igual y entiendan la importancia de la unión ante el hombre opresor. En el transcurso de la obra y como era de esperar, el liderazgo de la granja cae en manos de cerdos jóvenes: Napoleón y Snowball ambos representantes de la elite de los cerdos. No obstante, una duplicidad en el liderazgo nunca ha dado resultados, de modo que, ante la existencia de algunos desacuerdos, Napoleón decide expulsar a Snowball de la granja y para esto, utilizó algunos perros incondicionales que montaron guardia día y noche. Napoleón -ahora líder absoluto- decide que su seguridad corre peligro, en especial, por que algunas granjas vecinas lideradas por hombres ya habían anunciado su preocupación por los acontecimientos que estaban ocurriendo al interior de la granja de los animales. Es por ello, que el joven cerdo decide trasladar sus aposentos a la casa “Manor” ex propiedad del granjero Jones y colocar a los perros como principales guardias de todo el recinto. Esto causa sorpresa para el resto de los animales ya que rompe las antiguas enseñanzas que habían aprendido del Viejo y Sabio Cerdo. Sin lugar a dudas aquello no era parte de la esperanza que llevó a la rebelión en la granja. De hecho, la desilusión se incrementa cuando un día, uno de los animales observa por la puerta de la casa patronal y asombrado ve como los jóvenes cerdos intentan caminar en sus dos patas traseras; lo hacían torpemente, pero con gran equilibrio. Otros cerdos incluso habían adoptado las viejas costumbres de los hombres, bebían whisky, fumaban tabaco e incluso recibían dinero. Las ovejas a la distancia le recordaron a los cerdos el lema principal gritándoles “cuatro patas sí, dos patas no”, pero al parecer los cerdos ya no querían escuchar. Napoleón el líder de los animales -para evitar los conflictos externos- decide mantener relaciones amistosas con los hombres de las granjas vecinas y para ello -y ante la sorpresa del resto de los animales- el joven cerdo los invita a un almuerzo en la Granja Animal que ahora vuelve a llamarse “Granja Manor”. Los cerdos habían adoptado todas aquellas costumbres que quisieron erradicar, llevando a cambiar incluso algunos de los mandamientos iniciales.

El fin de la novela muestra a agotados animales que desde fuera miran por la ventana el almuerzo celebrado entre los hombres y los cerdos en la “Granja Manor”, pero ya era tarde, no fueron capaces de distinguir quien era hombre y quien era cerdo… los jóvenes cerdos se habían mimetizado.

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