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Columna de opinión

Propiciar

opinion
11/08/2022 a las 14:22
Periodista Web 3
1270

Raúl Caamaño Matamala, Profesor Universidad Católica de Temuco

Propiciar es apoyar, respaldar, patrocinar, entre otras equivalencias léxicas. Lo claro es que quienes propician, además, favorecen o se comprometen con su acción a facilitar alguna idea, una buena idea, agrego. Asimismo, suman empeño, de mil y una formas, al propósito de una persona o grupo de personas. Sí, se suman, y así multiplican, y animan.

¿Por qué propiciar? Porque se da una conjunción de pareceres, de ideas, si no ideales, anhelos, que reúnen a personas, a muchas personas, según convocatoria de unos u otros.

El año 1959, quizás por meses o semanas parecidas a estas, había actividad pública, reuniones, asambleas, en torno al establecimiento en Temuco de un curso universitario o escuela universitaria que facilitara los sueños, los ideales de jóvenes temuquenses o de la provincia de Cautín, de seguir estudios de educación superior sin que la limitante del alejamiento de la ciudad a la capital, por ejemplo, impidiera tal aspiración.

No fueron pocos los intentos, hubo unas cuantas propuestas, se conformaron diversas comisiones de estudio y de trabajo para finiquitar la idea, alguna no prosperó, y en medio de los debates asomó una, en septiembre. El martes 8, el obispo de la diócesis de Temuco, monseñor Alejandro Menchaca Lira, reunió a la comunidad de Temuco, a autoridades, a decenas de personas y en un acto público firmó el decreto que fundaba la Universidad de la Frontera (aclaro ya, este fue el nombre con que se instituyó, entonces; nombre que alternó con otro, Escuelas Universitarias de la Frontera; pero que no se condice con el que hoy, y desde el año 1981, se dio a la creación de la Universidad de La Frontera, constituida esta, en su base, desde las sedes locales de la Universidad de Chile y de la Universidad Técnica del Estado. Una fue fundada en 1959; la otra fue creada en 1981).

¡Qué audacia la de monseñor Alejandro Menchaca Lira, no! Sin embargo, lo hizo a sabiendas de muchas zozobras que sobrevendrían a tal acto en los siguientes meses. Eso sí, sorprendió a muchos. Fundó la universidad con la constitución de un consejo universitario, con una casa, donada por un agricultor de la provincia, con el respaldo inicial de unos cientos de propiciadores y con un presupuesto inicial de unos diez millones de pesos para iniciar las actividades universitarias. Dicha suma fue reunida por donaciones voluntarias de los propiciadores.

¡Qué nobleza la de la comunidad! ¡Qué generosidad la de ellos, los propiciadores!

El Diario Austral de Temuco publicó once nóminas de propiciadores. La primera, en la edición del miércoles 9 de septiembre de 1959, con casi ciento cincuenta propiciadores, y la última, el 20 de noviembre, completando poco más de ¡dos mil! Hoy sería sorprendente tal hecho; entonces, fue prodigioso, más que prodigioso. No me equivoco al afirmar que esa idea de fundar la Universidad de la Frontera fue, en tal ocasión, una expresión ciudadana sin precedentes, y nunca imitada ni igualada.

Propiciar es un acto de valientes, es un acto de generosidad, es un acto de arrojo.

La Universidad Católica de Temuco actual es la sucesora de ese acto fundacional de monseñor Menchaca Lira y de ese respaldo ciudadano sin igual.

¡Gracias, muchas gracias, a todos los propiciadores!

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