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Columna de opinión

“El puente se va a caer”

opinion
16/08/2022 a las 18:23
Pablo Oyarzo
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Javier Solís, Abogado

Cuando vimos la primera edición de la franja del “NO” en la antesala del plebiscito del 5 de octubre de 1988, nos emocionamos al ver a Patricio Bañados pronunciando las primeras palabras de lo que sería el proyecto de una nueva vida para nuestro país. Su experiencia, la firmeza de su rostro, la calidad de su postura, su credibilidad provocaron tal remezón en la posición contraria que de manera arrogante procuraron desacreditarle con la imagen de caos de lo que se vendría, en caso de que perdiera su general. Un jinete con bandera negra sería la copia más infeliz de esa iniciativa.

La propaganda del “NO” de entonces procuraba mostrar la cara real de Chile, pasando desde las imágenes icónicas del daño que provocó la dictadura en sus ciudadanos, saliendo de la burbuja en que supuestamente vivíamos y llegando al mundo real. De alguna manera las personas se reencontraron, reconociéndose en la igualdad y en el desconsuelo que significaba vivir en un mundo distinto al que mostraban los controlados y coludidos canales de la televisión.

Junto a Bañados, vimos a un joven que, a rostro descubierto, cruzaba bailando por el puente Racamalac en Santiago, representando el futuro, la esperanza y la energía que lleva consigo la generación que propició ese cambio. Un simple ciudadano nos encarnaba a los que teníamos sueños de libertad. Su historia fue especial, se atrevió a hacerlo a pesar del terrible estado policial, donde los espías estaban a la vuelta de la esquina y corriendo riesgos de ser detenido, torturado y desaparecido, temor que todos teníamos de salir de nuestras casas y ser sorprendido por alguna patrulla militar.

Esa imagen pertenece a todos los que deseábamos un cambio profundo y hoy fue apropiado por un sector que no se ha dado cuenta que ha sido utilizado como tontos útiles de la campaña del Rechazo, donde la derecha dura, esa que no quiere cambios, se ha mantenido en silencio, tratando de pasar desapercibida y haciendo olvidar a la ciudadanía que son ellos los titiriteros de la propuesta de continuidad. Los medios son invasivos y muestran insistentemente a “comedores de guaguas”, mientras han dejado que la centroizquierda que se enrede en contiendas sin sentido, pero amparados en sus legítimos derechos a disentir unos de otros.

Fuimos muchos los que salíamos a las calles entonces, enfrentándonos a una engreída fuerza policial-militar “que protegía la democracia” y corrimos los riesgos de ser relegados o exonerados de las universidades o empleos en que estudiábamos o laborábamos. El joven bailarín dio un nuevo impulso y la gente se atrevió, y ese día todos querían votar para comenzar a terminar con la dictadura más sanguinaria y cruel de nuestra historia. Debemos recordarles a los nuevos jóvenes de nuestra patria que nos atrevimos a mirar lo que pasa en el mundo para entender cómo debíamos vivir en la casa propia. Los modelos de sociedad no son perfectos y nunca lo han sido, y el hombre permanentemente está en la búsqueda de equilibrio, aunque eso signifique transitar por puentes movedizos o destartalados. Lo importante es que las aguas del río estén calmas y no revueltas por intereses mezquinos, pues se puede caer.

El cruce de ese puente por Joaquín es un emblema de los cambios que vendrían, de dejar atrás la Constitución del 80 y hoy aparece como un insulto que, con el emblema del Rechazo, un grupo lo use como si fueren generales regresando de una batalla y pasando bajo arcos de triunfo. Si uno los ve bien, ninguno estuvo en la primera línea en esas batallas y las relucientes medallas que hoy pretenden mostrar no están teñidas de la sangre derramada para lograrlo, sino por la suerte y las oportunidades que estuvieron de su lado.

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