El concepto de holobionte fue introducido por primera vez por Lynn Margulis en su artículo “Las palabras como gritos de batalla: la simbiogénesis y el nuevo campo de la endocitobiología” en 1990. El holobionte, palabra griega, compuesta que significa holo = todos y bionte = organismos, se refiere a dos o más organismos que están en contacto físico y que interactúan entre sí.
El artículo de Margulis hace referencia al holobionte Cladonia cristatella un liquen compuesto por: un fúngico (un hongo) y un alga del género Trebouxia. Los líquenes son organismos sorprendentes y un excelente ejemplo de holobionte, están compuestos por dos o más componentes, en donde cada uno de ellos cumple un rol específico, en caso del hongo, le otorga protección y estructura al liquen mediante sus largas hifas, mientras que el alga realiza fotosíntesis, facilitando la producción de alimento para el holobionte. En algunos casos los líquenes pueden estar formados con un tercer componente, una cianobacteria, que también es capaz de fijar carbono a través de la fotosíntesis y además fija nitrógeno desde la atmósfera.
Otro ejemplo de holobionte es el de los animales vertebrados y su microbioma, en particular el microbioma de la piel. La piel es el órgano más extenso del cuerpo y está cubierto por diminutos microorganismos, lo que definimos como el microbioma de la piel, que participan de diferentes procesos de protección e inmunidad del hospedero. El microbioma de la piel es diverso y se ha encontrado que puede ser específico para su hospedero, es decir, por ejemplo, el microbioma de la piel humana sería diferente al microbioma de la piel de un delfín. También, el microbioma de la piel, al estar en contacto directamente con el medio, es capaz de variar y adaptarse a cambios ambientales y de esta forma contribuir a la adaptación de su hospedero.
Estas características del microbioma obedecen a componentes de la selección natural: son variables, adaptables y heredables por lo que forman parte de la evolución de su hospedero, por lo tanto deberían ser considerados en los procesos de protección de estos mismos. En general, la conservación y el manejo de los organismos considera la abundancia y distribución de las especies sin considerar el importante aporte genético y fisiológico que realizan los microorganismos por su hospedero.
Las nuevas técnicas de secuenciación masiva permiten que sea relativamente sencillo conocer el material genético del hospedero y su microbioma asociado, es decir, del holobionte, lo que permitirá poder considerar esta información en los procesos de decisión de las áreas o especies de conservación, considerando al holobionte como una unidad de conservación. Esta nueva forma de entender los organismos permitirá desarrollar estrategias de resiliencia ante el cambio climático más eficientes, aportando a la conservación de las especies y los ecosistemas.
El proyecto microbioma de la Centro Regional Cequa estudia el microbioma de la piel de diferentes animales marinos como sensores de cambio climático, generando conocimiento sobre la identidad (taxonomía) y función de los microorganismos que forman parte del microbioma de la piel, y aportando datos claves de los organismos como un todo, el holobionte.