Da mucha pena constatar el grado de deterioro que muestra nuestro país. No digamos que Chile haya representado en el pasado la finura y la perfección, pero si podemos afirmar que algunos códigos de decencia se mantenían. Desde el Presidente de la República hacia abajo, Chile se puso rasca. La forma de vestir de las máximas autoridades de la Nación, desafiando costumbres y tradiciones. Son niños rebeldes que tratan de demostrar que son distintos y que sus actos demuestran que vienen a cambiarlo todo. Lo que no se dan cuenta es que hay que cambiar lo malo y dejar lo bueno. Lenguaje “progre” que no conduce a nada, feminismo delirante, transgresiones groseras y acciones antisistema, “adornan” nuestro país. La inmigración ilegal y masiva ha traído más dolores de cabeza que beneficios. La televisión pública y privada no tiene respeto por nada ni por nadie. Se puso rasca el entorno del centro de Santiago y de la mayoría de las ciudades de Chile. Se puso rasca el trato a los mayores y el respeto a la autoridad. Los ministros y ministras (así les gusta que los llamen) se visten, o como rascas, o con ropa de marca cara como la Ministra Vallejo. Se puso rasca la prensa, los profesores ya no marcan diferencia con los alumnos. Se puso rasca la actitud de las autoridades con los símbolos de la Patria y con la historia de Chile. Se puso rasca la forma en que las autoridades le pasan revista a las tropas o guardias de palacio. Se puso rasca el Congreso, repleto de panfletos y propaganda en los lugares donde legislan. Se puso rasca la discusión pública, repleta de lugares comunes y de malas copias de países desarrollados. Se puso rasca la radio y la televisión con muchos periodistas que no saben pronunciar, ni entender lo que leen. Se llenó de mascotas la ciudad, intentando demostrar estatus, con perros encerrados en departamentos y gastando fortunas en comida, cuando a veces los ingresos son escasos. Se puso rasca la educación pública, se pusieron rascas las tesis universitarias y las exigencias académicas. Se puso rasca el Metro de Santiago, otrora ejemplo mundial. Se pusieron rascas las relaciones internacionales, con embajadores provocadores de lugares y formas centenarias. Dejan mal puesto a Chile, desde su ignorancia o falta de categoría. Se pusieron rascas las playas, repletas de perros, de cocinillas y de alcohol. Se pusieron rascas los caminos patagónicos, repletos de basura. Se puso rasca el 18 de septiembre por falta de cuecas. Se puso rasca la celebración de lo nuestro, promoviendo Halloween. Se puso rasca la Plaza Baquedano, tras la partida de su héroe. Se puso rasca la conversación de la juventud, cuyo centro de conexión son las redes sociales y no la conversación que hace madurar. Se puso rasca el comercio callejero y las calles llenas de lomos de toro. Se puso rasca el transporte público con micros rayadas y alta evasión. Se puso rasca el alma de Chile, atacada por extremistas e ignorantes que le hacen daño a Chile. Su puso rasca el ciudadano que no da opinión para no “meterse en problemas”. Algunos poderosos callan para cuidar su patrimonio primero y no a Chile primero. Se puso rasca la frontera norte, repleta de indocumentados. Se pusieron rascas muchos jueces, formados en mediocres universidades. Se puso rasca Valparaíso, repleto de basura, de grafitis y de falta de respeto por su arquitectura. Se está poniendo rasca Chiloé, charqueado por parcelas ilegales y basura. Se puso rasca Viña del Mar, antes elegante y distinguida. Es tarea de todos recuperar la decencia de Chile. Cuidemos las formas, que son las que hacen la diferencia.