Martina Perales Álvarez tiene catorce años, pasó a segundo medio y llegó en 2021 a Punta Arenas, desde Santiago, acompañada de su madre, una joven suboficial de Carabineros, cuando fue destinada a nuestra región,
Como le ocurre a cualquier chica de su edad en esa situación, el cambio de colegio y de ciudad no fue fácil. No solo dejó atrás familia y amigos, cambiando el soleado Valle Central y la agitada vida capitalina por el frío y la tranquilidad de Magallanes, sino que también debió afrontar nuevas y más altas exigencias en el campo académico. “Yo llegué al Colegio Cruz del Sur en 2021 a octavo básico, venía desde Santiago, y me di cuenta de que estaba en desventaja respecto a mis compañeros porque no venía con tan buena base como ellos, porque el colegio tiene muy buen nivel”, cuenta la estudiante.
Venciendo las dificultades
Pero además había que agregar otra dificultad a la ya compleja situación: Era 2021 y las restricciones sanitarias por Coronavirus estaban en plena vigencia. Las vacunas recién comenzaban a aplicarse y los colegios seguían cerrados: “Así que estuve un año por la pandemia haciendo clases online y obvio que era diferente a asistir presencialmente” recuerda Martina, a quien la asignatura que siempre le ha costado más es Matemáticas, fundamental en el currículum escolar y con una prueba obligatoria para acceder a la universidad. Pero frente a eso, esta joven no se quedó de brazos cruzados. “Me cuesta Matemáticas y por eso con una amiga postulamos a cursos de verano. Ella tenía la experiencia con su hermano mayor y yo decidí que fuera algo relacionado con Matemáticas para poder mejorar en ese ramo, postule y salí aceptada”, rememora.
Martina quedó en la tradicional “Escuela de Verano” de la Universidad de Chile, en la que cientos de estudiantes de enseñanza media de todo el país asisten a cursos dictados por esta prestigiosa casa de estudios, en su caso, al de Combinatoria Matemática, ofrecido por la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.
“Fui la única alumna de Punta Arenas que asistió. Todos los compañeros que tuve se asombraban porque veían Punta Arenas como algo muy lejano, y me preguntaban cómo era vivir acá, me preguntaban si era difícil asistir al colegio por el clima y quedamos de volver a juntarnos el próximo verano para asistir a otra capacitación” cuenta sobre la experiencia que vivió en Santiago.
Sobre el camino que le gustaría tomar en dos años más, cuando deba enfrentarse a la disyuntiva sobre qué carrera seguir, esta estudiante de segundo medio señala que “me gustan varias cosas, todavía no lo tengo claro, aparte de asistir a combinatoria de matemáticas tuvimos varias charlas vocacionales, por lo que quiero seguir investigando acerca de las diferentes carreras para poder decidirme qué estudiar”, contó.