Entre todas las grandes discusiones en torno a la educación en Chile, no se ha hecho gran alusión a la notoria desigualdad que existe en nuestro país y que es el punto clave. Si observamos el rendimiento entre los diferentes grupos socioeconómicos, nos damos cuenta de que en Chile es altamente inequitativo, considerablemente más que Argentina, Brasil y Colombia, y similar a Uruguay, Francia y Hungría. Según estudios, uno de cada dos alumnos de nivel socioeconómico bajo obtiene un resultado insuficiente en la Prueba Simce de Matemática, sólo uno de cada diez niños en el nivel socioeconómico alto se encuentra en esta situación. Ello resulta directamente inaceptable y nos lleva a pensar que la prioridad del país en este minuto radica en elevar la calidad de la educación de los más vulnerables, ya que solo de esa forma se alcanzará una sociedad más libre y justa. Para ello es clave ampliar la cobertura y mejorar la calidad de la educación parvularia, mejorar la calidad de los docentes y perfeccionar el sistema de financiamiento, inyectando más recursos y de forma más equitativa. En la Región de Magallanes y Antártica Chilena las desigualdades están notoriamente marcadas. Solo hay que ver y analizar las cifras de la PAES dadas a conocer en enero pasado. Cada día disminuyen las matrículas en los establecimientos municipales y para los padres y apoderados que tienen allí a sus pupilos la situación es altamente preocupante. Por eso sería una buena iniciativa gubernamental que la mayoría de los recursos de la Reforma Tributaria se destinaran a estos ámbitos, con foco en los niños y jóvenes más vulnerables.