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opinion
04/06/2023 a las 16:13
Pablo Oyarzo
1620

Magdalena Merbilháa, Historiadora

Este 1 de junio el Presidente de la República se dirigió al país por más de 3 horas, lo que perece a todas luces algo abusivo y contra temporal. En el mundo de la inmediatez, la falta de poder de síntesis es un gran problema. Su extensión es sin duda intencional, evocar a los “próceres” que tanto admira. Vientos castristas- allendistas, de los que él siempre se ha sentido en deuda.

Por otra parte, pareciera ser que se quiso decir muchas cosas, un poco para confundir, sin la real posibilidad de retener nada, por la simple extensión. El tono pareció conciliador, pero el fondo fue vindicativo. Insistió una vez más en la “Reforma Tributaria”, condicionando a su aprobación, la lista de promesas basadas en deseos. Tras la derrota en el parlamento del proyecto original, el ministro Marcel habló de “pacto Tributario”, lo que implicaba no solo aumento de impuestos, sino también compromisos de ahorro desde el Estado. En el discurso el presidente vuelve a hablar de “Reforma Tributaria”, lo que ellos entienden solo como aumento de impuestos. El presidente promete mucho más allá de lo que la supuesta Reforma puede realmente cumplir. Se aleja, una vez más del realismo necesario para gobernar y deja claro que la “Reforma Tributaria” para ellos no es un medio para hacer otras cosas, sino un fin en sí mismo. Es la nueva “varita mágica” para solucionar en el mundo de “las maravillas”, terminar con todos los problemas de las personas. Hace unos meses ese poder transformador lo tenía la Nueva Constitución, sin la cual nada podría cumplirse. Hoy el talismán de poder es la “Reforma Tributaria”. Pero sabemos que el gran enemigo del socialismo no es el capitalismo, ni el neoliberalismo, es la realidad. Que se aparece y mágico remedio a todos los males, no es tal. En realismo, la supuesta recaudación no alcanza y los efectos de otra reforma tributaria no traerán riqueza, sino pobreza. No sólo no recaudará lo esperado, probablemente recaude menos y ciertamente estancará el país. Nadie estará mejor.

Del mismo modo, es curioso que se desligue del fracaso constitucional y de la convención, llamando a escribir una constitución que no sea “partisana”. Lo cierto es que él mismo decidió no gobernar, gastar dinero público para promover, con ahínco el texto que ahora acusa de malo. Esto nos hace preguntarnos si es que ahora comprendió o si simplemente está siendo oportunista. Como buen político evidentemente es lo segundo. Si hubiese un real arrepentimiento, al menos se intentaría devolver el gasto financiero ejercido para algo que realmente se considera espurio.

En el tema de pensiones y salud, fue vago y alejado de la verdad. Sin duda quería dejar contento a Dios y al demonio, algo que nunca puede hacerse. Sabemos que el subsecretario de desarrollo social fue removido precisamente por encontrar una salida a la encrucijada de aumentar las pensiones sin recurrir al reparto. El gobierno y el presidente no han renunciado a lo que la ciudadanía no quiere. Insisten en las “cuentas nocionales”, que implican no real propiedad, ya que No son heredables. Intentan convencer a las personas que eso no es así y que los “círculos pueden ser cuadrados”. La propuesta debe ser cambiada desde el ejecutivo, por lo que engaña al decir que es el parlamento quien debe cambiarla, busca sonar conciliador, pero no lo es. En relación a la salud pareciera que el presidente y su círculo comprendieron que la crisis de las Isapres puede hacerlos caer y a regañadientes han tenido que reconocer que hay que buscar una salida que evite que el sistema caiga. Deja claro que sin “Salvataje”, que paguen todo lo que se les exige, pero en el tiempo… veremos como se soluciona el entuerto y si la cordura y el bien común primará o no, sobre el deseo ideológico.

Lo cierto es que aunque el tono es pausado y aparentemente conciliador, sigue siendo mesiánico y soberbio. El dialogar para ellos no es cambiar el rumbo. Tampoco negociar, a veces aparentar escuchar y nada más. Los meas culpas son “flatus voci”, voces vacías. Buscan simplemente ganar tiempo, marear a la audiencia, apelar a las esperanzas alejadas de realismo para encender la mecha que necesitan. Ellos no quieren una nueva constitución, quieren la de ellos o la que habilite la que sueñan. No quieren un pacto tributario para mejorar al país, quieren una reforma tributaria, que aunque no recaude más empareje la chancha. No buscan menos pobres, quieren menos ricos. No quieren una reforma de pensiones centrada en las personas y sus deseos, sino que una habilitante de la llave que aumente su poder al controlar lo ahorrado en la historia en el sistema. Es como siempre, la vieja receta que nunca ha funcionado, pero que ellos como son los elegidos mesiánicos, lo harán ahora si bien. Evitemos por favor tropezar con la misma piedra.

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