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Columna de opinión

El caballo y el gobierno

opinion
04/06/2023 a las 20:39
Pablo Oyarzo
1484

Andrés Montero J., Ingeniero Comercial U de Chile, Agricultor y Ganadero

Para gobernar bien un caballo debemos conocerlo. El caballo se debe amansar de manera amistosa y eso tarda un tiempo. Debemos alimentarlo correctamente para que se desarrolle bien físicamente y además quererlo, para se comporte adecuadamente. El caballo a veces se asusta de manera sorpresiva, cuando sucede un imprevisto. Al caballo hay que herrarlo bien, para que sus manos y patas puedan resistir el trajín del trabajo. El caballo, como el jinete, tienen su vida útil. El caballo sabe cuando el jinete es inexperto y se comporta de distinta manera con un jinete experimentado. Al caballo a veces hay que apurarlo y también a veces llevarlo a tranco suave. El caballo reconoce a los miembros de su tropilla. Hay caballos que a veces se “empacan”, cuando se les maltrata, se les lleva a lugares desconocidos o se enfrentan a la soledad del sendero. El caballo tiene buena memoria y no olvida donde estuvo y donde está “su casa”. Al caballo se le tusa, para que se vea bien, así como el jinete en los días importantes se viste elegante. Al caballo se le “rasquetea” para que se vea limpio y bonito. El caballo es versátil, sirve para trasladarse, para trabajar la tierra, para dar espectáculo y para tirar un coche o un coloso. Tan importante como un buen caballo, es un buen jinete. Si el jinete es un aprendiz, resulta irresponsable que se suba a un caballo chúcaro, pues se puede caer. Los gobiernos son por definición chúcaros. Si el jinete se pone a galopar en un terreno inadecuado también se puede caer. Si se maltrata al caballo, éste no será dócil. Si el jinete se viste con atuendos ajenos a su condición, hará el ridículo. Montar un caballo requiere de una vestimenta adecuada y acorde con el “mundo del caballo” y de los jinetes. Una caída del caballo podría ser fatal. Como los seres humanos, los caballos a veces se enferman y hay que tratarlos oportunamente. El caballo acompaña a Chile desde el origen de la nación, y fue clave en su consolidación y en la defensa de su soberanía. Hoy el caballo es esencial en la defensa de nuestras tradiciones. Prueba de esto, es la vitalidad del Rodeo Chileno, deporte nacional. Por todo lo anterior, es muy importante la coordinación entre jinete y caballo. Lo antes expresado, es aplicable al gobierno de la Nación. Si el presidente no tiene experiencia y gobierna a su “antojo”, es muy probable que fracase. Un presidente debe respetar las normas y debe asumir el cargo cuando tenga la necesaria preparación. Un presidente debe ponerse corbata cuando va a una cumbre de gobernantes. Si no, “hará el ridículo”, igual que un jinete que aparezca con chaqueta roja en un rodeo, y además no podría participar. Gobernar es jinetear. Es apurar y demorar, es galopar y tranquear. Gobernar es respetar, dosificar y afirmarse cuando hay sorpresas. Caballo y gobierno es a jinete y presidente. Caballo es historia y tradición. El jinete respeta su pasado y su entorno y un presidente debe respetar a la Patria y a sus símbolos. Tanto el jinete como el presidente deben estar preparados para largas jornadas. Hay caballos para correr, otros para arar, otros para llevar carga -pilcheros- y otros para saltar. Cada jinete prepara a su caballo para que sea eficaz en su accionar. El caballo requiere de una montura, la que debe ser blanda para no dañar el lomo y las riendas deben calzar con el tamaño de la cabeza. El jinete usa sombrero o boina para que el sol no lo maltrate y el presidente debe también protegerse, pues su salud es importante. Si el jinete falla, todo falla, y no se llega a destino. Si al caballo no se le enseña y conduce de buena manera, también todo falla. El consejo de un viejo jinete es que si un presidente no sabe, que pregunte a quien sabe y acate y no se haga el lindo, pues se podría caer del caballo. Si además hay público “hará el loco” y lo van a pifiar. Si quiere que lo aplaudan y llegar a destino, el presidente debe conducir prudentemente y siguiendo normas que no pasan de moda. Son aquellas que los jinetes aplicamos desde siempre. O te comportas, o te caes.

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