En la Región de Magallanes y Antártica Chilena hemos sido testigos de la mala utilización de los partidos políticos y cómo estos mismos se prestan para ser plataformas electorales de candidatos que a los pocos meses se olvidan y dejan botados a los partidos, pero son los mismos conglomerados los que siguen sobreviviendo gracias a esa mala utilización porque los postulantes que salen electos les dan vida con sus votaciones y cumplen el requisito de cierto porcentaje para continuar sobreviviendo.
Acá en Magallanes tenemos parlamentarios y hasta un gobernador regional en ejercicio que han utilizado al Partido Por la Democracia y al Partido Radical con fines electorales. Aquellos que se dicen independientes son los mismos que ayer renegaban la militancia en los partidos políticos, pero que hasta han fundado algunos con resultados nefastos. La nueva ley electoral se los exige para participar de las elecciones. Pero es la ciudadanía la que ha perdido la confianza en los partidos, porque la gente tiende a percibirlos como colectividades que se esfuerzan por promover sus intereses en vez de representar a la ciudadanía.
Un informe del Índice de Transparencia en Partidos Políticos (ITPP) de Chile Transparente revela que desde hace una década se viene mostrando una precariedad en el acceso a la información básica de estas entidades, en aspectos programáticos y de financiamiento, entre otros. En los últimos años se han hecho esfuerzos por cumplir los 34 estándares del ITPP, los legisladores optaron por tomar solo 21 como obligatorios, excluyendo mecanismos tan relevantes como los de prevención de delitos de corrupción, líneas de denuncia anónima, publicación de un programa base y agenda de actividades del presidente del partido, entre otros.
También, el financiamiento de los partidos plantea por qué cualquier ciudadano no puede ejercer el derecho de acceso a información, si son instituciones de derecho y presupuesto público. En la actualidad son muy bajos los requisitos para la conformación de un partido, no existen obligaciones para contar con mecanismos de prevención de la corrupción y el Servel no tiene grandes atribuciones sobre ellos. La fiscalización a los partidos es escasa y hoy conformarlos con caudillos locales cuesta bien poco. En eso hay que mejorar y mucho, de lo contrario seguiremos llorando sobre la leche derramada.