Las aves migratorias son capaces de recorrer miles de kilómetros volando con el fin de reproducirse. Uno de los lugares favoritos para aterrizar es la Patagonia chilena, en específico la Isla Navarino, dentro de la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos, ubicada en la Región de Magallanes y la Antártica chilena.
Es ahí donde cerca de 150 especies de aves, tanto residentes como migratorias, recorren la zona para reposar o reproducirse en esta área protegida desde agosto hasta noviembre en algunos casos. Esta parada dura alrededor de cinco meses.
Albatros y pingüinos, y aves de bosque, como el chincol y el Fío-Fío, son algunas de las especies que se pueden encontrar en este lugar.
¿Qué es el Fío-Fío?
Esta especie, es también conocida en el mundo científico como Elaenia albiceps chilensis, corresponde al ave de bosque que mayor distancia migra con más de 6 mil kilómetros desde el norte de Sudamérica hasta la Isla Navarino, indicó Juan Rivero de Aguilar, doctor en Ciencias biológicas e investigador asociado del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC, por sus siglas en inglés).
Por su parte, el director del Centro CHIC, Ricardo Rozzi, resaltó el especial valor del Fío Fío, ya que, durante su viaje a la Reserva Cabo de Hornos, se mueve por la gran mayoría de los países de Sudamérica, incluyendo el archipiélago Diego Ramírez, las últimas islas del continente americano, “es muy lindo porque conecta naciones”, sostuvo.
¿Por qué esta y otras aves migran a la Reserva?
La doctora en biología e investigadora del Centro, Rocío Jara, planteó que en cada primavera algunas especies migran desde sus zonas de invernada a la Reserva Cabo de Hornos, pues allí encuentran los recursos y condiciones óptimas para reproducirse. Una vez terminado el verano, estas aves dejan la reserva volando hacia el norte en busca de condiciones ambientales más benignas para sobrevivir el invierno. Esta acción es realizada por más de 4 mil especies de aves alrededor del mundo, cerca del 40% del total de especies descritas.
A su vez, Jara manifestó que el aumento de las horas de luz durante la primavera y verano, se convierte en una ventaja a la hora de la reproducción. explicando que “hay una mayor disponibilidad de alimento y mejores condiciones ambientales para los polluelos. Es decir, las aves escapan de ambientes desfavorables cómo es el invierno austral y pasarlo en áreas más cálidas como es la Amazonia y áreas subtropicales. Más tarde, con la llegada de la primavera, las aves retornan a la región austral, en donde las condiciones ambientales son propicias para la reproducción”, detalló Rivero.