El futuro del trabajo en Chile está marcado por la automatización y la disrupción de las habilidades que los trabajadores necesitan para mantenerse competitivos. Según el Foro Económico Mundial, para 2028, el 51% de las empresas chilenas habrán implementado procesos de automatización, y un 45% de las habilidades centrales de los trabajadores se verán afectadas por estas transformaciones. Este escenario plantea un desafío urgente: ¿cómo puede Chile adaptarse para asegurar un futuro productivo?
La respuesta reside en la educación continua, que se ha convertido en un tema de país esencial para mantener la competitividad de la fuerza laboral. La brecha de habilidades es un obstáculo significativo tanto para la productividad de las empresas como para la calidad de vida de los trabajadores. Esto exige una reevaluación del enfoque de formación y desarrollo del talento en Chile, ya que la educación formal tradicional no es suficiente para enfrentar los cambios rápidos del mercado.
El aprendizaje debe transformarse en un proceso continuo y adaptativo, que permita a los trabajadores actualizar sus habilidades a lo largo de toda su vida laboral. Esto requiere una colaboración estrecha entre instituciones educativas, sector público y privado para desarrollar un ecosistema de aprendizaje que sea accesible, flexible y alineado con las necesidades del mercado. Este enfoque no debe limitarse a cursos aislados, sino que debe integrarse en trayectorias formativas que combinen formación académica con experiencia laboral.
Las instituciones educativas, por su parte, tienen la responsabilidad de diseñar programas que incluyan cursos, certificaciones o credenciales y experiencias laborales que se adapten a las demandas del mercado. Las empresas deben considerar la educación continua como una inversión estratégica a largo plazo, clave para la competitividad y el desarrollo de sus colaboradores.
En definitiva, la educación continua no es simplemente una tendencia; es un factor clave para liberar el potencial productivo de Chile. A medida que el país enfrenta cambios tecnológicos y económicos, es fundamental adoptar un enfoque integral y colaborativo en la formación de la fuerza laboral, liderando una revolución educativa que permita un futuro próspero para todos.