Los vecinos y vecinas de nuestra región, de nuestro país, estarían sufriendo lo que podría llamarse “el síndrome de la saturación informativa”.
He recibido quejas, observaciones, rabia y otras cosas que no voy a detallar y menos repetir por este medio, porque me considero un caballero respetuoso de todos y sé muy bien dónde, cuándo y cómo debo o quiero desahogarme.
El motivo de esta saturación presuntamente informativa es, básicamente, el caso del otrora prestigioso y muy bien relacionado abogado Luis Hermosilla.
No hay día ni hora ni medio de comunicación que no le haya dado páginas y páginas en diarios y revistas, que sobreviven al borde de la desaparición muchas de ellas (como lo fueron otras no hace mucho) este singular caso.
La televisión, abierta o no, hacen lo suyo y las redes sociales para qué decir: el caso Audios ha recibido una cobertura más que notable, más que masiva y se ha entroncado con otros casos que le han costado caro a empingorotadas figuras públicas, ministros de la Corte Suprema, entre ellos el Fiscal Nacional, ex ministros y podríamos seguir con la nómina que no es la de un señor Schindler, precisamente.
Pero me pregunto si valdrá la pena, porque ha circulado tanta filtración a determinados medios que, como en el dicho popular, son tantos los árboles que no dejan ver el bosque, por ejemplo, del caso Fundaciones, como Pro Cultura; los miles de facturas falsas; los crímenes en cualquier parte, a cualquier hora y casi impunes en su mayoría, pese a los esfuerzos policiales; y los arreglines (acuerdos, lo disfrazan) para repartirse cargos importantes, más los altísimos sueldos de funcionarios del parlamento, de Codelco, de una y otra universidad, o las cenas en casa del señor Hermosilla con personajes influyentes, como ministros y asesores de este gobierno y del anterior. Y suma y sigue la función circense–informativa, a todas luces selectiva, porque no están todos los que son o fueron, ni son todos los que están o fueron interlocutores del cuestionado abogado y sus ex socios del mundo financiero.
Y todo es genera cansancio, satura, porque es un verdadero circo y los millones de chilenos están más que saturados y aburridos de estas “informaciones” que tocan a determinados personeros de un sector y a otros los pasan por alto.
Y dejo una pregunta planteada, sin defender a nadie porque estoy harto, como millones de chilenos de este verdadero baila de máscaras: ¿No será una conspiración bien montada, bien planificada, bien financiada, con personajes bien elegidos y cuyo objetivo real aún permanece oculto para la gran mayoría…?
Como si fuera una novela negra y que podría haber escrito John Le Carré, escritor británico… que describió el mundo del espionaje que, en tiempos de la Guerra Fría y después, estaba metido en la política inglesa y mundial.