La situación vivida en el Internado Nacional Barros Arana es una tragedia de envergadura. A causa de la ideología y la tergiversación de lo bueno, 25 alumnos resultaron con quemaduras y 4 con riesgo vital. Estaban haciendo lo que nunca corresponde, algo objetivamente malo, fabricando bombas. Este drama tiene reales responsables. Primero, los mismos niños que se dejaron penetrar por la ideología que presenta la violencia como un medio válido y deshumaniza a las personas según su posición política. Ellos siempre pudieron negarse a eso. Sin duda los más débiles eran más vulnerables a la idea de ser alguien importante, “un revolucionario”. No es normal que niños dentro de establecimientos escolares estén haciendo bombas molotov en los baños. Quien “juega” con fuego, suele quemarse y hecho, los niños son responsables de sus actos. Tuvieron que vivir la realidad de lo que otros habrían vivido con las bombas que ellos estaban fabricando. Fue una dura lección de empatía, comprensión racional del sentimiento de otro. Sin duda les dolió en lo físico y lo psicológico. Las marcas los acompañarán de por vida recordándoles el daño que estaban dispuestos a infligir en otros. Quien intenta normalizarlo y considerar que no es criminal, es culpable. Ciertamente, desde hace mucho, adultos interesados en usar a los niños como agentes revolucionarios han permeado el aula con ideas erróneas. No han educado, sino adoctrinado, lo que es criminal. Muchos profesores y algunos padres son también responsables. Envenenaron la mente de niños y fueron contra toda real educación. No se puede educar sino es hacia la verdad y el bien. Adoctrinar es necesariamente degenerar. Esa ideología que sembraron y regaron por años para hacerla crecer, dio frutos y hoy cosecha. No se puede hacer un bien con el mal. Lo sucedido era esperable y siempre es lamentable.
La carta de “algunos apoderados”, que ciertamente no son “los apoderados del INBA”, dejó mucho que desear y clarificó lo sucedido. Padres que justifican la violencia y que no quieren llamar “crimen” a lo que evidentemente es crimen. Ellos son agentes de corrupción, malos padres que ponen la ideología por sobre el bien de sus propios hijos. Es criminal lo que los niños estaban haciendo. Lo que les sucedió a ellos, podría haberle sucedido a otro, ese era el fin. Eso es a todas luces y por donde se lo mire, criminal. Esos padres son irresponsables y culpables de lo sucedido. Las declaraciones de la rectora del establecimiento, María Alejandra Benavides, quien había sido rociada con bencina en otra ocasión por estudiantes, son simplemente impresentables. Ella habla de “un hecho aislado”, cuando sabe que no lo es. Este hecho deja una vez más en evidencia la falta de autoridad, disciplina y rigor imperante en los colegios públicos emblemáticos, que explica en gran medida, la decadencia de estos. Del mismo modo y en gran medida, son responsable muchos políticos de los sectores que validan la violencia como una forma necesaria de hacer política. El Partido Comunista y el Frente Amplio son los reales responsables, ya que con irresponsabilidad y sin importarles lo que pudiese suceder, decidieron usar como “medios” a escolares para lograr su “fin”, la “revolución”. El propio presidente Gabriel Boric decía que los quería “movilizados” y hacía “una arenga” para levantar ese espíritu revolucionario en niños aún no formados. El diputado Gonzalo Winter apareció esta semana quejándose por la “crisis de autoridad que vivimos como sociedad”. Lo cierto es que la crisis es real y personas como él ayudaron a generarla. Su generación de “pingüinos” fueron los primeros ideologizados que decidieron ir contra toda autoridad. Chile recuerda a la joven María Música, quien lanzó un vaso de agua en la cara de la entonces ministra de educación y que fue vitoreada como “heroína de la revolución”. Esos jóvenes que arremetieron contra sus profesores y padres, son los mismos que luego se saltaron los torniquetes y que pusieron al país de rodillas. Deformados en la cultura del “matonaje y las tomas”, los activistas partieron por poner de rodilla a sus compañeros y a las familias de estos, impidiéndoles estudiar. No era protesta social, era ideología. Por lo demás, los jóvenes deben primero formarse para comprender, antes de reclamar por todo. Los ignorantes y caretes de experiencia fueron instrumentalizados por quienes eran matones profesionales. Siempre buscan a los jóvenes ya que son más fáciles de corromper. Eso es criminal, es un abuso y una maldad. Los overoles blancos nunca fueron alumnos y Chile entero lo sabía y lo sabe. La violencia está instalada en los colegios hace tanto, que quienes realmente quieren estudiar abandonaron estos establecimientos, ya que ahí no se puede aprender. La cultura completa está depravada y hay responsables. Por algo se estableció la ley “Aula Segura” y por algo, culpablemente también, algunas autoridades llamaron a no aplicarla. Los niños quemados son responsabilidad de adultos irresponsables que maquiavélicamente consideraron que el fin justificaba los medios. Los usaron como un medio para la revolución. Simplemente perverso.