Y de pronto, los hermanos comenzaron a golpearse el uno al otro violenta, agresiva e irrefrenablemente, como si algo en ellos hubiera despertado para no dormirse jamás.
Estaban en la casa con su madre,en el sector norte de Punta Arenas, con la misma que los engendró gritando y tratando que se separaran, pero todo empeoró.
Los golpes eran fuertes, certeros, en la cara, en el cuerpo; tironéandose la ropa, con gritos de fondo y la madre yendo finalmente hacia la comisaría. No sabía que hacer. Finalmente, funcionarios de Carabineros los detuvieron. El domingo pasaron a control de detención por el delito de lesiones menos graves en contexto de violencia intrafamiliar.
Cuando pasaron a la sala, ambos jóvenes (mayores de edad) tenían los ojos inflamados y de un color morado por los golpes propinados, “ambos imputados, en su calidad de imputado y víctima, son hermanos”, explicó el fiscal Fernando Dobson, del Ministerio Público.
Ricardo Herrera, el juez de turno, tras escuchar y ponderar los hechos, acogió las tres exigencias del ente persecutor para lograr una suspensión condicional del procedimiento: que ambos jóvenes fijen un domicilio que les sirva como tal, al menos hasta el 5 de enero de 2026; segundo, que no se vean involucrados en un delito de características similares; y tercero, una prohibición de acercamiento.
Durante el proceso, uno de los hermanos dijo: “Yo quiero que no se me acerque más, que no me hable, nada”.
También consultó el otro: “¿Y él a mí, puede acercarse?”. También le respondió al hermano: “Yo no tengo atados; es él el que los tiene”.
Herrera le explicó: “Si usted está en su casa y llega su hermano, es él el que se acercó a usted. Lo que usted no puede hacer es acercarse usted a él. Si su hermano está en la casa de su mamá y usted va para allá, usted no puede entrar”.
Ambos quedaron en libertad.
Las identidades de ambos se mantienen en reserva por protección a los familiares.