Luego del holgado triunfo de Jeanette Jara en las primarias presidenciales y su investidura como candidata única del oficialismo y de las fuerzas políticas de centro izquierda, el pacto Unidad por Chile se ha abocado a la tarea de tratar de constituir una lista única para las elecciones parlamentarias. Recordar que el Pacto lo integran el Partido Socialista (PS), Partido por la Democracia (PPD), Partido Radical (PR), Partido Liberal (PL), Frente Amplio (FA), Partido Comunista (PC), Federación Regionalista Verde Social (FRVS) y Partido Acción Humanista (AH), a los cuales podría sumarse la Democracia Cristiana (DC). En la actualidad, con distinta representación y la suma de independientes dentro de pacto, representan un total de 74 parlamentarios, cercano al 50% de la Cámara. El esfuerzo de tener una lista única es evitar la dispersión de votos y obtener el mejor resultado electoral, ampliando la representación.
El escenario de la centro-izquierda antes de la primaria presidencial era más bien pesimista y “sostener la estantería” en la elección parlamentaria era visto como el gran desafío abordable. Sin embargo, la buena receptividad por parte del electorado al liderazgo de Jeanette Jara y su repunte en las encuestas, ha devuelto la posibilidad de disputar la presidencia de la república y con ello las pretensiones de los partidos del pacto han vuelto a ser ambiciosas, aunque muy alejadas de lo que dicta la realidad. De esta forma, han iniciado un lento proceso de negociación en pro de una lista única parlamentaria, con el desafío de poder satisfacer las pretensiones de representación o candidaturas de cada colectividad del pacto. Tarea titánica ya que todos pretenden crecer y muchos se enfrentan al desafío de sobrevivir.
La próxima elección parlamentaria ofrecerá la posibilidad de presentar un total de 183 candidaturas al Pacto Unidad por Chile, pero en las primeras reuniones la sumatoria de pretensiones de cupos de los diversos partidos triplica esa cifra. Sin duda pretensiones desmedidas, sin duda la vara pasada con la finalidad de marcar posiciones y obtener un mejor escenario electoral en cuanto a cupos, pero sobre todo a la posibilidad de acceder a distritos ganadores. El problema es que el tiempo es escaso y el pragmatismo debería ser la regla que ordene las primeras decisiones del pacto. Es necesario preguntarse si de acuerdo a las necesidades colectivas e individuales, junto a los intereses legítimos de cada colectividad, ¿hay espacio para ir juntos? No sería la primera vez que tengamos 2 o más listas a pesar de tener una única candidata presidencial. Lo cierto es que hay partidos con más parlamentarios que otros, hay partidos con mejor momento que otros, hay partidos que en el territorio tienen mejores candidatos y posibilidades que otros. Los resultados de 4 años atrás son una referencia, pero no necesariamente dan cuenta de la realidad actual. Por lo tanto, la negociación es compleja, muy egoísta, y por diversas razones difícil de objetivar.
Llegar a una lista única pasará por cómo se vaya avanzando en los acuerdos previos y se sinceren y consensen posiciones. Sin duda, hay partidos que se juegan la subsistencia de acuerdo al número de parlamentarios y porcentaje de votos que exige la ley. Poder procurar distritos ganadores para estos partidos, donde tengan mayor adhesión, será parte de la discusión. De ahí a aceptar distritos “blindados” que asegure el triunfo de un candidato particular es otra cosa. La vieja y ya tradicional regla de “el que tiene mantiene” seguramente será uno de los primeros acuerdos si se quiere avanzar con premura. Sin embargo, la lista del pacto no debería sacrificar la competitividad de los candidatos por objetivos particulares y mezquinos, sin sustento electoral. La torta puede alcanzar para todos, pero hay con colaborar con los ingredientes para hacer la torta.
El objetivo no transable es procurar mayoría parlamentaria. Los desafíos electorales de noviembre para frenar la ultraderecha pasan por el triunfo de Jeanette Jara, pero también por lograr mayoría parlamentaria que permita darle viabilidad política al programa de gobierno. Como dijo nuestra candidata presidencial “tenemos que ganar un Parlamento para Chile, un Parlamento para los cambios”.